Navidad Parte IV ¿Qué tiene que ver un árbol y Santa Claus con el nacimiento del Mesías?

 



Introducción

Desde tiempos inmemoriales, el árbol ha sido un símbolo de fertilidad, regeneración e idolatría, en muchos pueblos antiguos como explica Jer. 10.1-5, son los hombres los que les daban forma para adorarlos como dioses. Tal vez porque Gn. 2.9 nos enseña que había un árbol de la vida en el Gan Edén al cual el hombre por su propia obra perdió el acceso, quedándose con el árbol de conocimiento del bien y mal el cual prometió vida, pero desde la antigüedad este árbol solo ha dado muerte.   


Los antiguos pueblos continuaron hasta hoy buscando el árbol que les garantice la vida, por eso cuando veían acercarse las largas noches del invierno salían a buscar árboles, hacerles ofrendas y a adorarlos con la esperanza de que el nuevo año estuviera lleno de vida para ellos. Esto se unió con el nacimiento del “hijo de Dios”, celebración que se llama navidad y que honra el nacimiento de Cristo unido a la decoración de un árbol. 


Cuando Cristóbal Colón trajo en el siglo XV la celebración de la navidad a Latinoamérica no trajo la decoración de un árbol, tampoco trajo un Santa Claus, estos elementos de la celebración del nacimiento del Cristo se agregaron en las festividades latinoamericanas en el siglo XIX. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué tiene que ver un árbol con el nacimiento de Yeshua? y ¿Quién es Santa Claus y que tiene que ver con el nacimiento de Yeshua?


Los Pueblos Nórdicos

Cuando el imperio romano dejó de ser un mundo globalizado, la religión cristiana se esparció a través de los muchos pueblos que se fueron independizando y creando sus propias monarquías. Los papas romanos adquirieron gran poder económico, político y social, eran ellos quienes coronaban a los reyes y en el año 800 d.C, el papa León III coronó a Carlomagno como emperador de Occidente. De esta manera, el rey de los francos se aseguró el predominio sobre todos los monarcas cristianos y se transformó en el brazo armado de la Iglesia cristiana. El gobierno de Carlomagno no duró mucho y se dividió dando lugar al surgimiento de los reinos de Lotaringia, Francia y Germania, estos dos últimos son el origen, a su vez, de las actuales Francia y Alemania.


Mientras el imperio romano se debilitaba y se dividía en pequeños reinos cristianos, en la parte más norte de Europa los pueblos de Escandinavia habían avanzado sin la influencia de Roma ni de la religión cristiana.  Con una antigüedad de más 3000 a.C los nórdicos que después se llamaron vikingos desarrollaban una religión similar a los celtas y a los etruscos de donde descendían los romanos.


Los Nórdicos y el Origen del Árbol del Solsticio

Los nórdicos igual que todos los pueblos salidos de Babilonia rendían culto a los mismos dioses caídos que había tenido Roma antes del cristianismo pero con diferentes nombres, para ellos antes de que hubiera una creación existía el Yggdrasil, el árbol de la vida. Este árbol es el que sostiene los 9 mundos de la creencia nórdica de los cuales el mundo de los muertos o el infierno estaba en sus raíces y él Valhall la casa de los dioses la eternidad, estaba en la cumbre del árbol. En el resto de los mundos vivían todo tipo de criaturas, como ogros, elfos, bestias, gigantes y los hombres.  


Los nórdicos tenían tres dioses principales, Odín que es el padre de los dioses, Thor su hijo el dios de las fuerzas de la naturaleza y Fey (“Señor”), dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad.  Cada solsticio de invierno, los pueblos llevaban a cabo lo que se llamó “blót” o sacrificio, era la gran fiesta “Jul” del solsticio de invierno o Yule, que se celebraba en honor a los dioses para que el sol naciera y se hiciera más fuerte y todo volviera a la vida. La Yule se celebra en familia y con los amigos en el  hogar, en un claro en el bosque bajo un árbol frondoso o en algún lugar sagrado. La Yule era una festividad que incluía grandes comilonas que se daban después que se hacían los sacrificios dirigidos por sus sacerdotes jefes llamados los godar, se sacrificaban tanto de animales como de humanos. El dios principal de la celebración era Frey el sol naciente y la fertilidad a quien se le ofrecía especialmente un cerdo. 


Cada noveno año había un “blót”  de nueve días conmemorando los nueve mundos, una fiesta común para todos donde sacrifican nueve machos de cada especie, incluso hombres, y sus cuerpos eran colgados de las ramas de una arboleda cerca del templo. Nadie estaba eximido de este blót y todos enviaban regalos al santuario, incluso los reyes. En esta celebración todos los hombres llevaban cerveza y se sacrificaron muchos animales diferentes, especialmente caballos. La sangre de los animales sacrificados se recogía en cuencos y se usaban ramitas para salpicar la sangre en los altares, las paredes y los participantes del culto.


La fiesta de Yule duraban 12 días para que los dioses especialmente Frey trajera fertilidad a la tierra. Los nórdicos encendían velas y quemaban troncos queriendo ayudar a Frey a traer la luz. Durante la fiesta los nórdicos cortaban un árbol y lo llevaban dentro de sus casas como representación del Yggdrasil o árbol de la vida. Según la mitología nórdica, en las fiestas de Yule, Odín salía a cabalgar en su caballo blanco de ocho patas por el oscuro cielo para espantar los malos espíritus y entregaba regalos a los niños que se portaban bien, pero si los niños no eran bien portados, Odín no los visitaba sino el krampus, un ser demoniaco que los raptaba en su saco para llevarlos al infierno donde los devoraba lentamente.  Este Krampus era mitad cabra, mitad demonio; una bestia horrenda que andaba con Odín siendo como una contraparte.


El Sincretismo de las Religiones y el Origen del Arbolito de Navidad 

Entre los años 793 y 1100 mientras crecía una nueva religión en arabia y Asia Central, el islam, los nórdicos que eran expertos navegantes aparecieron en la Europa cristianizada y fueron llamados vikingos se inicia la confrontación del paganismo nórdico y el cristianismo, la cual duró unos 200 años y fue ganada por el cristianismo gracias a las concesiones que les dio a los paganos que continuaban aferrados a sus dioses. Esta lucha entre paganos nórdicos y cristianos terminó con un sincretismo de la religión nórdica dentro del cristianismo, un buen ejemplo de ello es que a Odín se le concede el "honor" de ser hijo de Noé explicando así porque es el "Padre de Todos".


Los nórdicos comenzaron a fusionar ambos sistemas de creencias, pero las familias que se cristianizaron no querían ofender a sus dioses por lo que siguieron haciéndoles ofrendas, los manantiales sagrados consagrados a dioses paganos eran entregados a alguno de los santos cristianos locales como San Niels (también llamado San Nicolás), los misioneros levantaban iglesias en los lugares de culto a los dioses nórdicos. El martillo de Thor fue asimilado rápidamente a la cruz, al ser identificado Thor como una representación guerrera de Cristo. También los matrimonios entre paganos y cristianos ayudaron, hasta que los mismos reyes nórdicos se fueron convirtiendo al cristianismo por lo que sus pueblos se hicieron cristianos. 


Cuando los primeros evangelizadores llegaron al norte de Europa, se asombraron viendo como los pueblos nórdicos celebraban el nacimiento del rey del Sol y la fertilidad, es decir, el nacimiento de Frey, celebración que se realizaba haciendo sacrificios y ornamentando un árbol de fresno el cual adornaban con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol y  bailaban y cantaban alrededor del árbol adorando a sus dioses. También vieron como los paganos adornaban sus casas con muérdago, que servía para invocar a la buena suerte y a la protección contra las enfermedades y posibles maldiciones.


En el siglo VIII avanzaba la evangelización de los nórdicos, pero muchos continuaban sus ceremonias paganas. Un evangelista de nombre Bonifacio nacido en Inglaterra, se propuso arrancar de raíz las supersticiones paganas que eran el principal obstáculo para la evangelización. Bonifacio lideró la creación de iglesias y la conversión de una gran cantidad de nórdicos. Según se cuenta alrededor del año 723 Bonifacio viajó con un pequeño grupo de personas a la región de la Baja Sajonia. El conocía a una comunidad de paganos cerca de Geismar que, en medio del solsticio la noche del 24 de diciembre, iban a realizar un sacrificio humano (donde usualmente la víctima era un niño) a Thor, el dios del trueno, en la base de un roble al que consideraban sagrado y que era conocido como “El Roble del Trueno”.  Bonifacio detuvo el sacrificio y retando frente a todos el poder de Thor y Odín tomó un hacha para derribar el árbol pero un viento fuerte arrancó el árbol. Esto a los ojos de los paganos confirmó que el dios de Bonifacio era más fuerte que el de ellos, a continuación Bonifacio señaló hacia el bosque a un pequeño  pino y dijo: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque, será su árbol santo esta noche. Esta es la madera de la paz, es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren como las puntas están dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Jesús; reúnanse en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares; allí habrá refugio y no habrán actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad”. 


En el mismo lugar del árbol pagano que representaba al Yggdrasil o árbol de la vida, Bonifacio plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.


En el siglo XVI, el árbol era popular en la iglesia protestante y se cuenta que Martin Lutero fue el primero en poner uno en su hogar. Con la llegada de los puritanos (protestantes al catolicismo) a Estados Unidos en el Siglo XVI se funda esa tierra en base a un solo Dios y su Palabra, la Biblia. Mientras un siglo antes los españoles habían traído el catolicismo con sus vírgenes, santos, ritos y ceremonias a América Latina. Más tarde en el siglo XIX ambas iglesias protestantes y católicos empiezan a celebrar sus fiestas con una mezcla de nacimiento de Cristo el 25 de diciembre con un árbol de los nórdicos.

 

Después la iglesia le dio significando a los adornos del árbol donde cada esfera representaba oraciones, así las esfera doradas eran oraciones de alabanza, las azules de arrepentimiento, las rojas de petición y las plateadas de agradecimiento. La estrella representa la fe que debe guiar la vida del cristiano, recordando a la estrella que guió a los Magos hasta Belén.


La Historia de Santa Claus

De acuerdo a la cultura occidental Santa Claus se inspira en un personaje basado en la figura del obispo cristiano de origen griego Nicolás de Myra, que después fue llamado Nicolás de Bari cuando sus reliquias (huesos) fueron traídos de Turquía a Bari, Italia. Este obispo que vivió en el siglo IV d.C, después de la muerte de sus acaudalados padres, entregó su fortuna a los pobres y se convirtió en sacerdote. Según la leyenda San Nicolás se hizo obispo de Mira y posteriormente emigró a España, aunque otras historias dicen que murió en Turquía de donde sus huesos fueron traídos a Bari, Italia y por eso pasó a llamarse Nicolás de Bari. 


La relación de Nicolás de Bari con los niños nace en una de las historias que indica que alguien acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Otra historia cuenta que en secreto entró por una ventana y puso una bolsa de oro dentro de los calcetines de unas niñas pobres. Los calcetines estaban colgados sobre la chimenea secándose. Después de su muerte, durante siglos estas historias de Nicolás de Bari circularon por el mundo cristianizado, se le hizo santo y se celebró su día el 6 de diciembre.


Para el siglo X d.C había templos de Nicolás por muchos países y su nombre se fue llamando de acuerdo a las diferentes lenguas. En algunos países este personaje recibe el nombre de Papá Navidad, traducido a su lengua (Father Christmas, Père Noël, Babbo Natale). En España y otros países de habla hispana, se ha castellanizado la palabra francesa Père (Papá) Noël (Navidad). 


Después del siglo XVI cuando la iglesia protestante se separó de la católica, fueron los protestantes los que controlaron la religión en los países nórdicos, pero el sincretismo religioso del paganismo y cristianismo continuó, los dioses de los antiguos nórdicos siguieron mezclados con los santos cristianos. La figura de Nicolás y sus leyendas llegan a los nórdicos por Holanda quienes le dan el nombre de Sinterklaas (San Nicolás), pero le agregaron un gorro de Mitra (como el que usan los papas y que viene del dios Sol, Mitra), también lo pusieron en un caballo blanco y le hicieron acompañar por un personaje misterioso  llamado Zwarte Pieten (Pedro el negro). San Nicolás se convirtió en Holanda en una celebración llamada Sinterklaas que dura dos días, el 5 y 6 de diciembre. 


Cuando los primeros colonos holandeses llegaron a América, trajeron consigo a su venerado obispo, San Nicolás y su fiesta favorita, Sinterklaas, fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam que después se llamó Nueva York, y le dedicaron su primera iglesia en la isla de Manhattan, en 1642. Cuando los británicos tomaron el control de Nueva Amsterdam en 1664, fusionaron  el nombre Sinterklaas con la variante corta Sante Klass para terminar en la palabra anglosajona Santa Claus, la alegre y rolliza figura del anciano de barba blanca y botas altas.


Las décadas siguientes las celebraciones del solsticio en Estados Unidos se llamaron Navidad para celebrar al hijo de Dios,  pero la razón de la Navidad protestante y la misma fecha iban perdiendo terreno ante el auge de la celebración de Sinterklaas con su San Nicolás y su Pedro el Negro. Fue la literatura norteamericana de la época que fue dándole forma, a lo que es la navidad y sus personajes hoy. Así en 1822, un sacerdote episcopal llamado Clement Moore escribió su obra "Una visita de San Nicolás" que mostraba a un viejo “elfo” (una deidad nórdica de la fertilidad) alegre y su descenso por una chimenea en Nochebuena y un trineo tirado por ocho pequeños renos. La imagen de Papá Noel (sin gorro de Mitra, pero con gorro de elfo) pegó, y además adquirió un nuevo nombre, Santa Claus, una derivación directa de Sinterklaas y el personaje misterioso, Pedro el Negro fue reemplazado por adorables duendecitos.


Conclusión

Todo el  sincretismo, desde las fiestas del solsticio del imperio romano y de la cristiandad hasta las fiestas de Yule o natividad nos muestran la misma estrategia sutil que usó el Adversario para confundir a la humanidad y sacarlas de la cobertura del verdadero Árbol de la Vida, Yehoshúa (Hashem es la Salvación).


Con las celebraciones de fin de año y sin notarlo el mundo empieza a finales de octubre a celebrar Samhain, fiesta de transición como un el  portal de apertura al otro mundo, pero lo llaman el día de los difuntos o de los santos, luego el mundo se vuelca a la preparación de las “navidades”, tiempo de compras y regalos y alegría, sin notar que se esta celebrando a Saturno (que en la Biblia es Moloc) y la Yule con su celebración para Mitra, que también es Frey a quien se le dedica un jabalí o un cerdo, lo que en la actualidad es el jamón de navidad, además el mundo tiene que introducir en sus hogares y plazas el árbol de la vida de los dioses caídos (Yggdrasil) con sus nueve mundos. 


Hoy el mundo se llena de lo que llaman “el espíritu de la navidad” pero ese espíritu esta representado por un ambiente de celebraciones nórdicas donde un personaje que viaja en la noche oscura y fría con su carruaje de ocho renos esta recordando a Odín sobre su caballo blanco de ocho patas.  Finalmente el 24 en la noche todos los que celebran deben dejar entrar a Santa Claus sin percibir que se trata de Odín o el elfo alegre con su acompañante el krampus, para comer en su casas y dejarles sus bendiciones y maldiciones.


Es claro que ni el 25 de diciembre, ni el arbolito, ni el Santa Claus ni Pedro el Negro tienen algo que ver con la venida de Yeshúa a este mundo para darnos la liberación y conducirnos al Día Octavo, con razón la Palabra dice en Prov.16.25. “Un camino puede parecerle correcto a un hombre, pero al final es un camino a la muerte”.



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