El "Rapto Secreto": ¿Una Doctrina Bíblica o una Interpretación Humana?

 


I. Introducción

La idea de un "rapto secreto" ha cautivado la imaginación de millones de creyentes cristianos en todo el mundo. Permeando la cultura popular a través de películas, libros y predicas en iglesias, esta noción ha moldeado la visión del fin de los tiempos para una parte significativa de la cristiandad. La doctrina postula que los creyentes serán súbita e invisiblemente arrebatados al cielo antes de un período de gran tribulación en la Tierra, dejando atrás a quienes no creen.

Pero, ¿es esta visión una enseñanza bíblica explícita o el resultado de una interpretación humana específica de las Escrituras? En este análisis, nos adentraremos en el fundamento de esta doctrina para examinar si realmente posee un respaldo bíblico sólido. Es crucial reconocer, desde el inicio, que la idea del rapto secreto, tal como se concibe hoy, es un concepto relativamente reciente en la vasta historia de las congregaciones cristianas.


II. Fundamentos Bíblicos: ¿Qué dicen las Escrituras?

Cuando hablamos del "rapto", a menudo asumimos que la palabra en sí aparece directamente en las Escrituras. Sin embargo, este no es el caso. El término "rapto" no se encuentra en la Biblia, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Su origen es puramente lingüístico y se remonta a las traducciones latinas de las Escrituras.

Específicamente, la palabra "rapto" deriva del latín "rapturo", que a su vez proviene del verbo "rapere", cuyo significado es "arrebatar", "agarrar" o "llevar con fuerza". Esta palabra latina fue utilizada en la Vulgata Latina (la traducción de la Biblia al latín por Jerónimo) para traducir el término griego "jarpazo" que encontramos en 1 Tesalonicenses 4:17.

Por lo tanto, aunque la idea de ser "arrebatado" sí está presente en el texto original griego a través de "Jarpazo", la palabra "rapto" es una construcción posterior que surge de la traducción, no de un término bíblico original. Comprender esto es fundamental para analizar la doctrina del rapto y distinguirla de las enseñanzas directas de las Escrituras.


III. Análisis de 1 Tesalonicenses 4:17 (El Texto Clave)

Para comprender mejor la idea del "rapto", es fundamental sumergirnos en el pasaje bíblico que es su epicentro: 1 Tesalonicenses 4:17. Aquí, el apóstol Pablo (Shaul) aborda directamente las preocupaciones de los creyentes de Tesalónica.

El Contexto: Una Preocupación Genuina

Pablo escribe a los tesalonicenses porque estaban profundamente preocupados por sus seres queridos que ya habían fallecido. La asamblea era joven y creían en un regreso inminente de Yeshúa, se preguntaban si aquellos que habían muerto antes de este "regreso" se perderían los eventos gloriosos o si, de alguna manera, estarían en desventaja. Shaul, con un corazón de verdadero apóstol, quiere aliviar su tristeza y aclarar lo que sucederá con los creyentes difuntos. Él no quiere que se entristezcan "como los demás que no tienen esperanza" (1 Ts 4:13).

El Significado de "Arrebatados"

Es importante que todo creyente sepa que, como mencionamos, la palabra "rapto" no aparece en la Biblia. El punto crucial de la discusión se centra en la palabra griega "jarpazo", traducida como "arrebatados" en 1 Tesalonicenses 4:17.

En el pensamiento hebreo, palabras como shalal, laqaj, jataf, gazal, taraf se refieren a "tomar", "arrebatar", "capturar", "robar", "despojar" o "desgarrar". Estas palabras describen una acción rápida, a menudo inesperada, como un animal que ataca a su presa o alguien que toma algo de imprevisto y con gran celeridad. Es posible que una de estas palabras hebreas haya influido en el griego "Jarpazo", que describe una acción repentina y enérgica, un "agarrar" o "llevar rápido y con fuerza".

Sin embargo, "Jarpazo" no implica necesariamente una acción secreta para los involucrados o para quien lo presencia. La rapidez y la fuerza son las características de un "jarpazo", y la persona que es "arrebatada" es un testigo del evento.

"Al Encuentro del Señor en el Aire": ¿Desaparición o Recibimiento Glorioso?

El pasaje de 1 Tesalonicenses 4:17, es a menudo interpretado como una desaparición total y secreta de la Tierra. Sin embargo, un análisis más profundo del texto original sugiere otra cosa.

Del griego leemos: "nosotros, los que vivimos, los que quedemos, al mismo tiempo junto con ellos seremos arrebatados en nubes". Lo primero que debemos notar es que tanto los resucitados como los que estén vivos serán "jarpazo", es decir, agarrados, tomados o arrebatados todos juntos, en un instante. Será un evento instantáneo, sin privilegio de quién va primero a Mashiaj. Lo segundo es que este "jarpazo" se refiere a una transformación, como está escrito en 1 Corintios 15:50-52: "no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojo". La palabra "Transformados" se refiere a que todos recibiremos un cuerpo incorruptible, similar al que mostró Yeshúa después de su resurrección.

El "jarpazo", la toma de todos, implica, al mismo tiempo y en un instante, la transformación en cuerpos incorruptibles de aquellos que hayan sido resucitados y de los que estén vivos. A continuación, Shaul parece decir que "seremos arrebatados en nubes". Lo primero que debemos notar es que no dice "en las nubes", sino "en nubes". Esto no se refiere a que todos los que fuimos tomados y transformados instantáneamente en cuerpos incorruptibles subamos a las nubes, sino a que seremos nubes de testigos, es decir, una multitud incontable, como hace referencia Hebreos 12:1: "teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos". El escritor de Hebreos, se refería a los que durmieron en la fidelidad (Hebreos 11).

Para comprender la dimensión de lo que dice Pablo, solo hay que pensar en los millones de millones que durmieron en el Señor, desde Adán hasta que Él regrese, y en los millones de santos y fieles que permanezcan vivos hasta que Él aparezca. Seremos, en efecto, "nubes de testigos".

La frase "hacia encuentro del Señor hacia aire" se puede entender mejor al dividirla en dos partes.

Primero, "hacia encuentro del Señor" es una expresión técnica del mundo antiguo. Se utilizaba para describir cuando los ciudadanos de una ciudad salían a recibir a un dignatario o rey que se aproximaba. Una vez que lo encontraban, lo acompañaban de regreso a la ciudad, como sucedió con Yeshúa cuando entró a Jerusalén en un burrito (Mateo 21:6-10). Era una procesión formal y pública, muy similar a cómo hoy en día una delegación nacional recibe a dignatarios extranjeros en el aeropuerto para luego acompañarlos a entrar a la ciudad. En este contexto, los creyentes, con sus cuerpos incorruptibles, saldrán para dar la bienvenida al Rey Yeshúa HaMashiaj.

La segunda parte dice: "hacia aire", no dice: "en el aire". Para comprender mejor esta porción, tenemos que escudriñar la palabra griega "aér", que se ha traducido como "aire", pero también significa "respirar", "atmósfera" y "vapor", entre otros. A lo que se refiere esta palabra es que "aér" es algo inmaterial. Sin embargo, entendiendo que los apóstoles eran hebreos, debemos buscar el sentido hebreo de esta palabra.  "Aér" pudo haber sido tomada de palabras hebreas como ruaj (espíritu, aliento de vida, presencia) o neshamah (aliento, vida).

La expresión "el encuentro en aire" no significa que los creyentes quedarán flotando. Más bien, indica que serán tomados y transformados instantáneamente en "aér", es decir, en cuerpos que no son materiales.

Imagina la escena: millones de creyentes vivos al regreso del Mesías y millones de creyentes resucitados desde la época de Adán hasta la venida de Yeshúa. Esta multitud incontable de creyentes, transformados en cuerpos gloriosos, se convertirá en una "nube de testigos" visible, porque todo ojo lo verá (Apocalipsis 1.7). Juntos, irán al encuentro del Rey para darle la bienvenida y acompañarlo mientras toma posesión de Su reino terrenal. Pero lo harán en "aér", en cuerpos no materiales, cuerpos gloriosos e incorruptibles.

El pasaje cierra diciendo: "y así siempre junto con el Señor estaremos". Pablo está diciendo que "así", con ese cuerpo glorioso, (aér) no material y no corruptible, estaremos con Yeshúa por la eternidad.


IV. El Origen y Desarrollo de la Doctrina del Rapto Secreto

Si hemos comprendido que la palabra "rapto" no existe en la Biblia y que el apóstol Pablo no está hablando en 1 Tesalonicenses 4:17 de un rapto, y menos aún, de uno secreto, surge la pregunta: ¿De dónde provino esta doctrina?

Para responder esta pregunta debemos sumergirnos en el turbulento río de las interpretaciones proféticas durante y después de la Reforma Protestante.

Durante los siglos XVI al XVIII (1500-1700 después de Mashiaj), la Reforma Protestante, liderada por figuras como Martín Lutero y Juan Calvino, adoptó una interpretación historicista de las profecías bíblicas, especialmente las de Daniel y Apocalipsis. Esta visión entendía las profecías como un panorama continuo de la historia de la Iglesia. En este marco, numerosos reformadores identificaron al papado o al sistema papal como el Anticristo o el "hombre de pecado" mencionado en las Escrituras. Esta interpretación se convirtió en una poderosa herramienta para justificar su separación de la Iglesia Católica Romana.

En respuesta a esta contundente acusación protestante, la Iglesia Católica Romana, a través de la Contrarreforma, buscó desviar la atención del papado como el Anticristo. Aquí emergen figuras jesuitas como Francisco Ribera (siglo XVI). Ribera propuso una interpretación futurista de las profecías, argumentando que el Anticristo no era un sistema histórico como el papado, sino un individuo que aparecería en un futuro lejano, específicamente durante los últimos tres años y medio antes de la segunda venida de  Yeshúa Esta visión, de hecho, "lavó la cara" al papado de las acusaciones protestantes. Más tarde, otro jesuita, Manuel Díaz Lacunza (siglo XVIII), escribiendo bajo el seudónimo de Juan Josafat Ben-Ezra, también impulsó una visión futurista y es considerado clave en la introducción de la idea de una segunda venida en dos fases.

Algo que parece contradictorio es que la doctrina del futurismo de los jesuitas, defendiendo el papado, fue adoptada y desarrollada hacia un evento de rapto de la iglesia evangélica antes de que apareciera el supuesto anticristo.  

La doctrina de un rapto pretribulacional es relativamente reciente. Surgió casi 300 años después de la Reforma Protestante, iniciándose con el pastor presbiteriano escocés Edward Irving (1792-1834). Se cree que, en 1830, una joven de su congregación, Margaret Macdonald, tuvo una "profecía" que describía una venida secreta de Cristo para arrebatar a los creyentes antes de un periodo de gran tribulación.

Cincuenta años más tarde, el pastor anglicano irlandés John Nelson Darby (1800-1882) desarrolló y estructuró aún más esta enseñanza, influyendo profundamente en lo que se convertirían en las iglesias evangélicas modernas. Ya en el siglo XX, el pastor evangélico estadounidense Cyrus Ingerson Scofield (1843-1921) la popularizó masivamente a través de su influyente Biblia de Referencia Scofield, extendiéndose así ampliamente entre las iglesias evangélicas y pentecostales.

La doctrina del rapto secreto, tal como se entiende comúnmente hoy, no es un concepto que surja directamente de los textos bíblicos de forma explícita, más bien es una doctrina de origen protestante, con una historia de aproximadamente doscientos años, y no es una creencia católica. Si bien las interpretaciones católicas jesuitas sobre el Anticristo (que surgiría solo al final de los tiempos) ofrecieron un marco teológico que, indirectamente, pudo haber influido en futuros desarrollos proféticos protestantes, no dieron origen directamente a la doctrina del rapto tal como la conocemos. Más bien, esta emergió de movimientos evangélicos específicos siglos después.


V. Conclusión

La noción de un rapto secreto antes de la tribulación no es una enseñanza que se encuentre en los textos bíblicos ni en la tradición cristiana temprana. Esta doctrina surgió y se popularizó aproximadamente 1800 años después del sacrificio y resurrección de Mashiaj  y su desarrollo está intrínsecamente ligado a las dinámicas teológicas surgidas a partir de la separación entre la Iglesia Católica Romana y las Iglesias Protestantes.

Es importante destacar que ni la Torá y los Profetas, ni Yeshúa y sus apóstoles, ni ninguna congregación cristiana anterior al siglo XIX enseñaron sobre un "rapto" tal como se concibe hoy. De hecho, la palabra misma "rapto" no existe en la Biblia. Su aparición es el resultado de traducciones y evoluciones lingüísticas posteriores, específicamente del término griego "jarpazo" que significa "tomar" o "llevar o arrebatar en forma rápida y repentina", y no tiene una connotación de secretismo.

La doctrina del rapto pretribulacional no fue una invención de una sola persona en un momento dado, sino que se desarrolló y evolucionó después de 1,800 años del sacrificio y resurrección a través de la contribución de varios teólogos y movimientos cristianos, especialmente a partir del siglo XIX. Estos movimientos, influenciados en parte por interpretaciones jesuitas iniciales, incorporaron y sistematizaron el dispensacionalismo. Esta corriente teológica incluye, entre otras cosas, la creencia de que la Iglesia será secretamente "arrebatada" y subira a las nubes para encontrarse con Cristo en el aire antes del período de siete años de la Gran Tribulación.

Sin embargo, el apóstol Pablo, en su carta a los Tesalonicenses, específicamente en 1 Tesalonicenses 4:17, no buscaba detallar un rapto secreto de los creyentes. Su principal preocupación era consolar a la congregación de Tesalónica sobre el destino de sus seres queridos que habían muerto en la fidelidad a Yeshúa. Lejos de describir un evento secreto, Pablo presenta un encuentro glorioso y público donde millones de creyentes —tanto los que duermen en el Señor, desde Adán hasta su regreso, como los que estén vivos en ese momento— heredaran un cuerpo incorruptible y con ese cuerpo se presentaran a recibir al Rey Yehoshúa, para iniciar el reino milenial.

En resumen: No es un rapto, es una transformación para recibir al Rey.

Shalom

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