El Mundo que Enfrento el Ministerio de Yeshúa

Cuando Yeshua inicia su ministerio (servicio), se encontró con un mundo globalizado, influenciado por el helenismo que traía consigo conceptos filosóficos sobre el origen del mundo y el hombre, así como la creencia en dioses y diosas y su interacción con los humanos.  Temas como el cielo y el infierno eran populares, así como el fin del mundo que se mostraba en la literatura apócrifa como el Libro de Enoc y otros. También se esperaba la venida de un Mesías libertador y había mucha división entre los creyentes del Dios único así como  mucha deshumanización.

La tierra de Israel presentaba ciertas características en los aspectos geográficos, teológicos, políticos y sociales.

Geográficamente era una provincia romana que  estaba dividida en tres regiones principales: Judea Mt.2.1, Samaria Luc.17.11 y Galilea Mt.2.22, pero Yeshúa muestra que su ministerio abarcó también Perea (región al este del Jordán) Mt.4.25, Idumea Mr.38, Tiro y Sidón y Decápolis Mr.7.31.

Teológicamente el servicio de Yeshúa se encontró con lo siguiente: Los residentes de Judea eran llamados judíos (residentes de Judea y creyentes del único Dios Verdadero) y eran los más celosos de la religión judía Jn.2.13, ellos no consideraban hermanos a los samaritanos, aunque podían ser  descendientes de la Casa de Israel (2 Reyes 17:24, 17:27). Los de Judea toleraban a los galileos, pero los consideraban gente ignorante y no judíos del todo, los de Perea, Idumea (de donde era originario Herodes), Tiro y Sidón y Decápolis no eran considerados judíos. 

Políticamente el ministerio de Yeshúa se vio enfrentado a la "bestia" de aquel tiempo, el poder romano, que desde el año 63 a. C. regia el mundo globalizado y en particular gobernaba la mezcla de pueblos que vivían en la tierra de Israel. El gobierno mundial romano puso a Herodes y después a sus hijos como sus instrumentos de control dentro de Israel. La "bestia" permitía la religión judía, pero controlaba a través de los Saduceos el sumo sacerdocio y la asamblea de ancianos y escribas, que era compuesta por saduceos y fariseos (Anás y Caifás, su yerno, eran saduceos). El Templo en Jerusalén estaba de pie, pero en él no habitaba la kavod (la Gloria) de Hashem como ocurría en el Sinaí.

No había, al igual que hoy, un solo judaísmo. Coexistían varios judaísmos  divididos en movimientos o partidos de tipo teológico y político, de los cuales podemos resumir los más importantes:

Los saduceos: en hebreo tzeduqim, toman su nombre del sacerdote Sadoc (צָדוֹק Tzadoc justo 2Sam.15.24) argumentando que eran descendientes de él. Se guiaban sólo por la Torah escrita.  Eran un grupo de judíos aristócratas, tenían el poder económico, ocupaban puestos de poder significativo y tenían muy buenas relaciones con los romanos, dominaban el sanedrín (la asamblea de ancianos y escribas que gobernaba al pueblo judío) y el sacerdocio del Templo Hch.4.6, Hch.5.17, Hch.23.7.

Los herodianos: eran una secta de los saduceos; sostenían las mismas doctrinas y eran aún más aferrados al poder político. Eran miembros y sostenedores de la familia saducea de Boethus, suegro de Herodes el Grande y sumo sacerdote de origen judío-egipcio. Mt. 22:16, Mr.3:6, Mr.12:13. Al igual que los saduceos, eran amigos de los romanos.

Los esenios: eran un grupo de judíos conocidos por ser hasidim (piadosos), este grupo no es mencionado directamente en el Pacto Renovado, pero su existencia quedó registrada por los historiadores quienes informan que eran comunidades de hombres, los cuales eran célibes, dejaban padre, madre, hermanos, casas y tierras, por causa de su religión. Ellos no tenían en cuenta las cosas terrenales, sino buscaban solamente las cosas de arriba, se abstraían del sistema social y de los placeres del mundo, constituían células guiadas por un maestro y doce discípulos aunque pedían que no se llamara maestro a nadie, practicaban el bautismo para la remisión de pecados, no ofrecían sacrificios, al contrario, los rechazaban. Gracias a ellos se tienen los fragmentos de las copias más antiguas de la Palabra.

Los Fariseos: tenían un origen común con los esenios (es posible que Juan el Bautista haya sido esenio Mt.9.14), ambos eran inicialmente llamados hasidim (piadosos); pero con el  tiempo, se separaron de los esenios, de aquí su nombre, Fariseos que en hebreo es “Perushim” que significa “separados”.  Los fariseos pertenecían al pueblo, gente de clase media y desarrollaron las  Sinagogas como una oposición al Templo. Se oponían tenazmente a los saduceos, observaban la Torah oral como interpretación realista de la Torah escrita, tenían escuelas de estudio de la Torah de las cuales predominaban dos: las de los rabinos Shammai y Hillel. No eran amigos de los romanos pero los toleraban.

Los Zelotes: del hebreo קנא (qanaim o cananita), significa celar, eran celosos por Hashem y nacionalistas radicales (patriotas anti-bestia), esperaban un Mesías guerrero y se sentían herederos de los macabeo.  Para dar muerte a sus enemigos usaban una especie de daga llamada en latín sica de donde posteriormente surge el término sicario. Al parecer Yeshúa escogió un zelote como parte de sus enviados, este era Shimon Luc.6.15, Luc.1.13, Mt.10.4, Mr.3.18. Muchos estudiosos argumentan que Judas Iscariote era también un zelote.

Los impuros: eran los enfermos, los leprosos que eran mirados como malditos de Dios, y  también se incluían en este grupo a; los samaritanos, las prostitutas y los publicanos (cobradores de impuestos). Eran personas, generalmente pobres, que tenían en común el estigma de haber transgredido alguna de las numerosas normas de pureza de la ley según los fariseos, por tanto se convertían en pecadores y eran excluidos de la vida social al punto de impedirles  asistir a la sinagoga, para muchos de ellos era imposible escapar a su condición, pues no podían pagar los animales para los sacrificios de reconciliación. Otros que eran considerados impuros eran los  extranjeros los cuales eran odiados.

Entre otros grupos sociales: estaban los campesinos que eran muy pobres y abrumados por los impuestos, también los mendigos; de los cuales muchos eran campesinos que habían perdido su tierra debido a las imposiciones tributarias. 

En aquella época la felicidad familiar se media de acuerdo al número de hijos que se tenía, especialmente si  estos eran varones. Una hija era una ventaja para la familia sólo como trabajadora y ser infértil era una gran calamidad.

Los matrimonios eran arreglados por los padres ya que era deber de todos casarse. Como la novia constituía una ventaja laboral, los futuros suegros debían pagar un precio o dote por ella a sus padres.

El idioma que usaba el común de los judíos era el  arameo, pero  muchos conocían el griego vulgar (koine) y algunos el latín. El idioma hebreo era más manejado por el estamento sacerdotal.

La situación en Israel al inicio del ministerio de Yeshúa  era difícil no sólo por el problema teológico, político y social, sino también por el problema cultural que imponía el “helenismo” heredado de lo griegos que tenía una fuerte influencia en lo intelectual, en las tradiciones y en la “pureza” de los judíos frente la mezcla de pueblos. 

Shalom




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