L a historia de la humanidad, según las Escrituras, se despliega en tres grandes períodos. El primero, desde Adán hasta el Diluvio, abarca la creación, la caída y los primeros pasos de la humanidad, culminando con una transformación radical del mundo (Génesis 9:11). El segundo período se centra en la historia del pueblo de Israel: su Pacto con Dios, el surgimiento de reyes y profetas, y la preparación para la llegada del Mesías. Finalmente, el tercer y último período es el que vivimos ahora, iniciando con el sacrificio y la resurrección de Yeshúa HaMashiaj y extendiéndose hasta Su regreso.
En el primer período, la maldad escaló a tal punto que Dios diseñó un plan de redención para los obedientes a Su Palabra a través de Noé. Este plan se desarrolló durante 100 años, con la visible construcción del arca y la proclamación de Noé como claras señales de su progreso. A pesar de estas advertencias, la mayoría no se arrepintió.
Esto nos lleva a una pregunta crucial: Si hubo un plan de redención en la era de Noé, ¿existe uno para nuestro período actual? Y si no habrá un diluvio ni un arca literal, ¿cómo se manifestará este plan?
El Plan de Redención en los Últimos Tiempos: Señales Visibles
Desde la caída de la humanidad y su expulsión del Jardín del Edén (la Jerusalén Celestial), Hashem estableció un Plan de Redención para restaurar esa comunión. Este plan, concebido antes de nuestra existencia, comenzó con la declaración en Génesis 1:14 sobre el propósito de las lumbreras celestiales: "servirán de señales para los moadim (tiempos señalados), los días y los años." Esto apunta a un calendario divino con señales, fechas fijas y tiempos no fijos.
El período actual, iniciado con el sacrificio y la resurrección de Yeshúa, es comparable a los días de Noé. La maldad se multiplicará, llevando a un juicio final que resultará en la desaparición de esta tierra y universo (2 Pedro 3:10), para dar paso a cielos nuevos y una tierra nueva (Apocalipsis 21:1). Para este tiempo, Dios también ha elaborado un plan de redención con tiempos y señales visibles como el mismo Yeshúa las describío:
- Engaños y anticristos dentro de las congregaciones (Mateo 24:4-5).
- Guerras, hambres y terremotos a nivel global (Mateo 24:6-7).
- Persecución y traición de los fieles, promovida por un sistema religioso llamado "falso profeta", buscando la apostasía (Mateo 24:8-12).
- La proclamación de la Buena Nueva en toda la tierra habitada (el imperio romano, extendiéndose a todo el mundo), como testimonio antes del fin (Mateo 24:14).
La Semana Profética: Un Calendario Atemporal de la Redención
El Plan de Dios para este tiempo se basa en Sus tiempos señalados, cuyas señales se manifestarán a lo largo de nuestros "días y años" terrenales. Sin embargo, para Dios, "un día es como mil años y mil años como un día" (Salmos 90:4; 2 Pedro 3:8). Esto significa que Su Plan de Redención para este último período no está limitado por nuestras secuencias temporales humanas.
A diferencia del plan de Noé, definido por 100 años y la construcción del arca, el plan de redención actual se rige por un calendario revelado en Levítico 23:2: "Estos son mis tiempos señalados, los tiempos señalados de Hashem, que deberán proclamar como asambleas sagradas." Estas no son fiestas judías, sino "Moadim": citas divinas preestablecidas que revelan la estructura completa del plan.
Comprendiendo esta perspectiva, la interpretación de Levítico 23:3 adquiere una nueva luz: "Seis días se hará trabajo, pero el séptimo día será un Shabaton, una asamblea sagrada. No deben hacer ningún trabajo; será Shabat de completo reposo para Hashem en todos sus establecimientos."
Este pasaje no se refiere a una semana literal, sino a una Semana Profética que abarca la totalidad del tiempo que le queda a este mundo, comenzando con la muerte y resurrección de Yeshúa. Los "seis días" representan períodos extensos, de siglos, durante los cuales la humanidad se afanará. Después de estos, llegará el "séptimo", un "Shabaton": no el Shabat semanal, sino una gran celebración y asamblea sagrada donde los afanes terrenales cesarán, dando paso a un Shabat de reposo total para Hashem.
Mientras que la Palabra de Dios fue proclamada durante 100 años en tiempos de Noé, en este tiempo actual, llevamos más de 2000 años de proclamación.
La Semana Profética Desplegada: Tiempos Pasados y Actuales
La Semana Profética consta de siete "días" que son períodos extensos definidos por siglos o milenios, marcados por señales específicas. El Plan de Redención de Hashem, anunciado en Génesis 3:15, comenzó con la profecía sobre la victoria de la descendencia de la mujer (Yeshúa) sobre HaSatán. El cumplimiento de esta profecía, hace más de 2000 años con el sacrificio y la resurrección de Yeshúa, marcó el inicio de esta Semana Profética.
La Semana Profética se divide en dos fases: un tiempo que ya pasó y un tiempo que está ocurriendo.
El Tiempo Pasado: Los Primeros Tres Días
Día Profético | Señal Representativa | Significado |
1 | Cita de Pésaj | El pago por nuestro rescate. |
2 | Fiesta de Panes sin Levadura | La creación de la Congregación. |
3 | Fiesta de las Primicias | La Resurrección de Mashiaj. |
El Tiempo Actual: Los Próximos Tres Días
El tiempo de la Semana Profética que estamos viviendo actualmente comprende tres "días" proféticos en curso:
Día Profético | Señal Representativa | Significado |
4 | Fiesta de Shavuot | La separación de trigo y cizaña. |
5 | Día de las Trompetas | Las señales del regreso de Mashiaj. |
6 | Día del Perdón (Yom Kipurim) | La llegada de Mashiaj. |
Con la culminación de estos tres últimos "días" se completan los seis "días" de afán terrenal, dando inicio al séptimo "día".
La Semana Profética: El Séptimo Día y el Reino Milenial
Día Profético | Señal Representativa | Significado |
7 | Fiesta de Sucot | El Reino Milenial. |
El "Milenio" será un tiempo de paz y justicia. Los santos y fieles que hayan muerto serán resucitados, y los que estén vivos serán transformados, todos con cuerpos incorruptibles. Ellos participarán en un gobierno fundamentado no en leyes humanas, sino en la Torá.
Cada una de siete estas citas (siete días) representa un punto crucial en el tiempo que vivimos, marcando los "días" de la Semana Profética en la cual el Plan de Redención se cumple progresivamente.
El Día Octavo: La Eternidad con Elohim
Al finalizar el "día siete" (la Fiesta de Sucot) de la Semana Profética, los días de este mundo tal como lo conocemos llegarán a su fin, y se iniciará el "día octavo".
Día Profético | Señal Representativa | Significado |
8 | Día Octavo | El retorno a la Eternidad. |
En este punto, la justicia divina se habrá cumplido plenamente en este mundo, y el Gran Trono Blanco se establecerá. Ante Su presencia, la tierra y el universo actuales desaparecerán (Apocalipsis 20:11). Este Día Octavo no se incluye en la Semana Profética porque no pertenece a la dimensión terrenal, sino al Cielo (Levítico 23:36). Es una cita anunciada desde Isaías 42:9 y Apocalipsis 19:6-7, que se cumplirá en Apocalipsis 21:5.
Será una celebración entre Yeshúa y el remanente que perseveró para alcanzar sus vestiduras blancas (cuerpos incorruptibles), entrando por las puertas de la Jerusalén celestial (Apocalipsis 22:14). Todo será nuevo; el Pacto Divino se habrá cumplido por completo, y finalmente veremos el Rostro de Yeshúa tal como es, como Elohim (1 Juan 3:2; Apocalipsis 22:4).
El Día Octavo marca el fin del Plan de Redención y el inicio de la eternidad plena y perfecta con Dios.
Conclusión
El Plan de Redención de Hashem, revelado a través de Sus fiestas y un calendario profético, no es un mero relato histórico, sino una hoja de ruta divina que se ha estado desarrollando a lo largo de los milenios y culminará en nuestra era. Desde las señales del Diluvio hasta el sacrificio de Yeshúa y los eventos proféticos de nuestros días, Dios sigue revelando Su propósito de restaurar a la humanidad a una comunión eterna con Él.
Comprender esta Semana Profética y sus "Moadim" nos invita a vivir con discernimiento, reconocer las señales de Su inminente regreso y perseverar en la fidelidad, sabiendo que cada "día" nos acerca más al Shabaton eterno y a la presencia ininterrumpida de nuestro Creador. ¿Estamos, como el pueblo de Noé, apercibidos de estas señales y dispuestos a responder al llamado de la redención?

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