Un versículo que ha sido origen de antipatía para con el actual pueblo judío es Jn.1.11 que dice:
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Muchos creyentes aceptan que este versículo, está refiriéndose judíos rechazando al Mesías.
La pregunta es: ¿Se refiere el pasaje de Jn.1.11 al pueblo judío?
Escudriñemos
Esta creencia de Jn.1.11, que enseña que el Mesías vino a los judíos y estos lo rechazaron, se origina alrededor del Siglo V con Juan Crisóstomo o Juan de Antioquía, un cristiano, patriarca de Constantinopla, considerado como uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia del Oriente.
Juan Crisóstomo nació en Antioquía (Siria), entre los años 347- 349 y murió el año 407. Él fue uno de los más famosos oradores de la Iglesia, nombrado por el Papa San Pio X, como el Patrono de los predicadores. Su nombre proviene del término griego, chrysóstomos, que significa ‘boca de oro’.
Juan Crisóstomo, llego a ser un presbítero de Antioquía, y pronunció varias homilías en contra de los judíos. Las homilías son una de las varias formas de predicación que se hace para explicar al pueblo los temas religiosos.
Dicho esto escudriñemos el versículo Jn.1.11, desde la traducción literal griega.
a las cosas propias vino y los propios a él no recibieron
Para comprender mejor este pasaje debemos leer desde Jn.1.1 hasta Jn.1.9 y notar que Juan, nos está dando a entender que Yehoshúa, nuestro Mesías, es Dios mismo, que Él es la Palabra, es decir, que la Torah es Él, porque salió de Su boca. Que Él es el Padre Eterno (Isa.9.6), y que Él hizo todo lo visible e invisible (Col.1.16).
También nos enseña que Él es la vida, y la vida es la luz de los hombres, que brilla en las tinieblas. Para entender mejor estas palabras debemos recordar que hubo una rebelión en el Cielo, la cual provoco que este universo (cosmos), viniera a existir cuando el Adversario (haSatan) fue arrojado del Cielo.
El cosmos que era parte del Cielo vino a existir como las tinieblas y El Nombre, que es sobre todo nombre Yehoshúa HaMashiaj, en su amor por recuperar lo que pertenece al Cielo, vino a organizar esas “tinieblas” que estaban desordenas y en corrupción, pero el Adversario torció la obra iniciada con la creación del hombre convirtiéndose en el monarca de este mundo, príncipe de la potestad del aire, la mente que continúa influyendo en los hijos de desobediencia (Ef.2.2).
Por eso leemos en Jn.1.10 (traducción literal del griego)
En el cosmos Él estaba, y el cosmos por Él llegó a existir, y el cosmos a Él no conoció.
El pasaje se refiere a la primera venida de Yehoshúa HaMashiaj a semejanza de hombre a través del vientre de Miriam (Luc.2.7). Note que el cosmos existió gracias a Él, eso incluye todo el universo y la tierra con los hombres. Pero dice: “el cosmos a Él no conoció”, sencillamente porque este mundo es regido por el Adversario, eso es lo que notamos con el nacimiento de Yehoshúa y todo lo que paso Miriam y su esposo, por ser instrumentos para traer al Rey de Reyes al cosmos.
Como vemos en los relatos de Lucas 2, con el nacimiento de Mashiaj no hubo el gran gozo, los mensajeros (ángeles) tuvieron que anunciar su nacimiento, fueron pocos los que se alegraron y los poderosos (giborim) quisieron matarlo y finalmente en su muerte participaron todos, judíos, y gentiles (Hech.4.27). El “cosmos a Él no lo conoció”, porque este cosmos lo rige el Adversario y él continúa buscando matarle en todo aquel que busque la Luz.
A continuación vemos que Jn.1.11 (traducción literal del griego) dice:
A las cosas propias vino y los propios a Él no recibieronEn la primera parte del pasaje vemos claramente, que no se refiere a los judíos, sino a las cosas de Él, por lo que debemos preguntarnos ¿cuáles son esas cosas de Él? Y la respuesta la encontramos en Lucas 1.67-76, cuando vemos a Zacarías profetizando sobre Yehoshúa y sobre su hijo Juan el Bautista.
Note en esos pasajes que Yehoshúa no había entrado a este cosmos, pero el Ruaj HaQodesh lleno a Zacarías y este profetizo las “cosas propias” a las que venía nuestro Mashiaj, que no son más que Su objetivo, la razón de que viniera la Luz a este cosmos. Este objetivo se resume en Lucas 1.67-76 en lo siguiente:
En la redención de los que son Israel, es decir, salvarnos de este cosmos y de la mano de todos los que nos aborrecen, y esto lo hace por Su amor entrañable, acordándose de Su Santo Pacto que viene desde Abraham y del cual Él nos hace parte, para que podamos llegar al “Día Octavo”, a la Jerusalén Celestial y le sirvamos sin temor en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.
”Las cosas propias de Él” tienen que ver con dar luz a los que habitan en este cosmos de tinieblas, el cual es sombra de muerte; Su objetivo es encaminar nuestros pies por camino de paz a la Eternidad.
Estas “cosas propias” de Él, fueron confirmadas por el Ruaj HaQodesh a través de Simeón en Luc.2.28-32 y unos 30 años después Él mismo las confirmo en Luc.4.16-19.
En la segunda parte Jn.1.11 dice: ”y los propios a Él no recibieron”, esto es consecuencia de lo que venimos leyendo en Jn.1.10, donde dice: “y el cosmos a Él no conoció”. Primero, observe que el cosmos llego a existir gracias a Él, y en segundo lugar debemos comprender que el cosmos es “todo” e incluye a los humanos, por tanto, el cosmos y por ende los humanos son propios o propiedad de Él.
Cuando decimos que conocemos a alguien nos referimos a que tenemos una cercanía y familiaridad con ese alguien, es decir, sabemos como tratarlo y comportarnos con él. Entendiendo esto, podemos comprender que cuando el pasaje dice: “y los propios a Él no recibieron” se está hablando de la humanidad, que sabía de la existencia de Dios y hasta sabían de su Palabra, pero no había familiaridad con Él o con su Palabra. La humanidad sabia que fueron creados por Él y que eran de Él, pero aun así no lo conocían, por tanto, no lo recibieron.
Luego vemos en Jn.1.12 que dice:
Y todos los que le recibieron a él, les dio a ellos potestad de ser generados hijos de Dios a los que creyeron al nombre de él.
Ahora vemos en este versículo que dice: “todos los que le recibieron”, como diciendo que si hubo quien lo recibió. Esto pareciera contradictorio con lo que venimos leyendo.
Para comprender esto debemos leer Ef.2.1-6. Estos pasajes nos ilustran que antes de la venida de Mashiaj, la humanidad, siendo parte del cosmos, estaba bajo el dominio del Adversario (Ef.2.1), es decir, que toda la humanidad seguía la autoridad del príncipe del cosmos, cuya mente opera en los humanos haciéndolos “hijos de desobediencia” (Ef.2.2)
Cuando Yehoshúa vino como la Luz del Mundo, nos dio vida, es Él quien, acordándose de Su Pacto, nos hizo conocerle para que le recibiéramos y dejáramos de ser llamados hijos de desobediencia, para llamarnos hijos de Dios (Ef.2.4).
Todo esto, no porque lo mereciéramos, sino por Su Amor Entrañable, por Su fidelidad a Sus promesas y a Su Pacto, es decir, “por Su Gracia, Él nos salvó” (Efe.2.5) dándonos Su autoridad para ser “generados” (paridos del cielo) como hijos de Dios.
Y finalmente vemos en la última parte de Jn.1.12 que dice: “a los que creyeron al nombre de él”. Sabemos que no se trata de que el hombre crea o tenga fe, en la Biblia “creer” significa exhibir la fidelidad de Mashiaj. Y si el hombre exhibe fidelidad, puede ser justificado, es decir, pasa de ser hijo de desobediencia a hijo de Dios, por la fidelidad de Dios a Su Pacto y Sus promesas (Rom.3.24)
Conclusión
Respondiendo la pregunta ¿Se refiere el pasaje de Jn.1.11 al pueblo judío?
La respuesta es: Jn.1.11 nada tiene que ver con el pueblo judío. Las homilías de Juan Crisóstomo, quien consideraba “enemigos” de la cristiandad a los judíos, influyo en este pensamiento.
Es claro que Yehoshúa vino a “las cosas propias de Él” que son; el salvarnos de este cosmos, y esto lo está haciendo, no porque lo merezcamos, sino por Su Amor Entrañable, salvándonos por Su Gracia y la fidelidad a Sus Promesas y Su Pacto.
Lo que el hombre debe hacer es exhibir esa fidelidad por medio de la renovación de la mente (Rom.12.2), manteniendo la vista en “las cosas de arriba” (Col.3.1-2), no creyendo, porque todos creen, pero no todos exhiben fidelidad a las Promesas y al Pacto de Hashem.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yehoshúa HaquienMashiaj, a quien has enviado.
Jn.17.3
Shalom
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