En el libro de Malaquías, capítulo 1, encontramos la intrigante frase:
“Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí”
a expresión debe hacernos pensar: ¿Cómo es posible?, que Dios ame a unos y aborrezca a otros, si Dios es amor (1 Jn.4:8), en Él no existen sentimientos de mal, sino amor entrañable y bondad para sus escogidos, aunque hayan “errado” la Torah (Salmo. 25.6-7) y su bondad al igual que su fidelidad son para siempre (Salmo.100.5). Entonces nos debe surgir la pregunta:
¿Cómo podría Dios odiar o aborrecer a alguien?
Escudriñemos
Iniciemos por comprender algunas cosas; Dios no tiene sentimientos de mal, como nosotros porque “sus pensamientos no son nuestros pensamientos ni su fidelidad, nuestra fidelidad” (Isa.55.8). No debemos pensar que Hashem puede odiar o aborrecer en el sentido que estas palabras tienen en nuestras mentes.
El plan pensado por Dios para nosotros es de shalom y no de mal (Jer.29.11), en cambio nuestros caminos (planes, pensamientos) son de bien y mal desde Gen. 3.5 y aún después del diluvio nuestros pensamientos siguieron tendiendo al mal desde la infancia (Gen.8.21, Jer.32.30, Mt.15.19).
Lo que para nosotros es odiar o aborrecer para Hashem es simplemente, no amar. Dios es inmutable en su Palabra y nada lo puede hacer cambiar, menos un sentimiento de maldad. Hay personas que piensan que el “Dios del Antiguo Testamento” es un “Dios iracundo”, no se dan cuenta que la palabra “ira” se ha traducido de la palabra hebrea אַף af que significa nariz.
En el hebreo, el sentido de la “ira de Dios” es un simbolismo de Su Nariz siendo afectada por algo que le causa “alergia”, en este caso, el pecado dentro del pueblo que Él escogió, por tanto, Él quita su rostro, o lo que es lo mismo su presencia, porque Él no ama él pecado. Decir que Hashem aparta su rostro es decirle a alguien que era pueblo, que ya no es pueblo.
La palabra en hebreo que se traduce en nuestras Biblias como aborrecer es “שָׂנֵא sané” y también es usadas para traducir “odiar” (Prov.8.13) y en griego esta palabra se tradujo como “miséo” y significa aborrece y odiar. Por ejemplo, esta es la palabra que se usa en griego en Luc.14.26, para decirnos que: “si queremos seguir a Yehoshúa tenemos que odiar o aborrecer a nuestros padres, pareja, hermanos y hasta nuestra propia vida.
En realidad, Luc.14.26 no nos esta mandando a odiar a nuestra familia para poder seguir a Yeshúa, en ese pasaje el Mesías, nos esta pidiendo que dejemos de amar las cosas que hemos aprendido en el entorno familiar y el estilo de vida que llevamos. Esto es exactamente lo que le dijo a Abram cuando lo llamó (Gen.12.1) y es lo que dice Jn.12.25, “el que deja de amar su estilo de vida en este mundo, alcanzará la vida eterna”.
Prov.6.16-19, dice que hay siete (plenitud) cosas que “no puede amar” Hashem: el arrogante, el mentiroso, el asesino, el que trama planes perversos, el que anda en caminos de mal, el que se presta como testigo falso y el que siembra discordia en una familia. Estos son estilos de vida que alguien del pueblo de Dios no debe amar.
Dicho esto veamos porque Dios amó a Ya’akov (Jacob) y “no amo” a Esav (Esaú).
El contexto en que se desarrollan las palabras del profeta Malaquías, es el momento histórico del retorno de los cautivos de Babilonia a su tierra en Yehudah, cuando empiezan a llamarse firmemente “judíos” (Esdr.4.12, Neh.1.2). Un tiempo después cuando ya han reconstruido su ciudad y el templo, el comportamiento de los “judíos”, es decir de lo herederos de la Casa de Ya’akov era intolerable para Hashem.
Hashem envía a Mal’aji,que en hebreo significa Mi mensajero, traducido Malaquías. La misión de este mensajero, era llevar una “amonestación” a los sacerdotes del retorno, quienes debían ser de testimonio para el pueblo (Núm.18.1), pero con su servicio, estaban profanado el santuario al recibir y aceptar cosas robadas como sacrificios a Hashem en el altar (Malaq.1.6-7), así como ofrendas no habilitadas para estar en la presencia de Hashem (Malaq.1.8)
En base a esto Hashem inicia una acusación diciendo en Malaq.1.1-3
Carga (acusación) de palabra de Hashem a Yisrael por mano de Mal’aji (Mi mensajero): “Ame a vosotros dice Adonai”: pero dijisteis ‘¿en qué nos amastes?’ ‘¿acaso no era Esav el hermano de Ya’akov’? Declaración de Adonai: pero (o sin embargo) Yo amé a Ya’akov y a Esav “aborrecí” (no ame) y puse a sus montes como desolación y a su heredad la he puesto en desierto.
Observe que los pasajes inician diciendo “carga de palabra", esto quiere decir, que se trata de una profecía de acusación, no solo para los herederos de Ya’akov, sino para todo Israel (Judíos seguidores de Mashiaj y Gentiles Kadosh). Luego dice: “a vosotros ame”, en otras palabras “a vosotros los tomé para mí” y les demuestra que Él sabe lo que están pensando: “que Él no los ama, posiblemente por todo lo que les ha pasado y los 70 años de cautiverio”.
Cómo están pensando que Dios no los ama, entonces Él les hace un “recorderis” de una declaración inmutable. Primero les recuerda que Esav era hermano de Ya’akov, y luego les declara que su amor fue para Ya’akov y su descendencia que eran ellos, y no para Esav, cuya descendencia vino a ser Edom (Gén.25.30, Gén.36.1, Gen.36.8).
Y continúa dirigiéndose a los sacerdotes para darles una profecía sobre Esav, Edom, o mejor dicho, sobre los que se comporten como Esav. La profecía deja ver que Edom es pueblo que saldrá de los lomos de Esav y será despreciador de Hashem, por tanto en el “juicio final”, sus montes (poderes, doctrinas) serán destruidas y sus tesoros (heredad) quedarán sin valor.
El Mensajero de Hashem (Malaquías) le esta diciendo a los sacerdotes “cuidado, porque siendo responsables de la casa de Ya’akov, ustedes están llevándolos a tener el comportamiento de despreciarme como lo hizo Esav”.
El sacerdocio con sus acciones estaban testimoniando desprecio por Hashem al recibir en el altar cualquier cosa, como lo hizo Esav con el plato de lentejas (Gen.25.34). Ellos aceptaban sin reparo, cosas robadas o animales enfermos (Malaq.1.6-8). Su comportamiento era similar al de los descendientes de Esav, los Edomitas.
Igual que su padre Esav los edomitas, eran arrogantes, mentirosos, asesinos, haciendo planes perversos, con pensamientos de mal, atestiguando falsamente y sembrando discordia entre los hermanos y se decían a ellos mismos “que aunque Hashem los arruinara (su poder, doctrina), ellos volverían a edificar lo arruinado”, pero la palabra de Dios es inmutable. Por eso le dice a los sacerdotes: “Si la simiente de Esav edifica, yo destruiré” (Malaq.1.4).
Cuando Hashem le menciona a los sacerdotes, que Esav era hermano de Ya’akov, ellos debieron recordar lo que sucedió con esos mellizos. Desde el vientre eran diferentes física e intelectualmente y se movían en el vientre en direcciones contrarias, por esto Hashem tomo para si (amo) a Ya’akov y no a Esav, porque Él sabía que sus obras no serían buenas.
Ya’akov sería la “casa” (familia), de donde viniera la “Simiente” (Yehoshúa HaMashia) y específicamente vino a través Yehuda (judíos), como dice Gen.49.10 y nace en el territorio de Yehuda (Miq.5.2, Mt.2.6) y el mismo Mashiaj lo confirma (Jn.4.22).
Por otro lado, Esav sería la “casa” no amada por Dios, pueblo llamado Edom, y su lugar de asentamiento sería el Monte de Seir (Gen.32.3,Gen.36.8). Espiritualmente “Monte”, tiene el significado de “poder, gobierno” o “doctrina” y Seir שֵׂעִיר es una palabra que se deriva de שָׂעִיר saír, que significa peludo, demonio, lanudo, un macho cabrío.
A través de Esav, vendrían los hermanos que no dejaban avanzar hacía la tierra prometida a los escogidos de Hashem (Núm.20.14). Estos se convirtieron en los espinos que se unirían con los cardos (Gen.3.18) para herir a Mashiaj en sus talones (Gn.3.15, Hech.4.27) y son los mismos que Yehoshúa llamó “cizaña” porque son la simiente del maligno (Mt.13.38).
El mensaje de Malaquías al sacerdocio es: “No sigan enseñando al pueblo a despreciarme, porque ustedes serán culpables de convertirlos en simiente de Esav, a los que no amo y si no se arrepienten de lo que están haciendo, las maldiciones los alcanzaran (Malaq.2.1-3)
Conclusión
¿Por qué Dios amó a Jacob y odió o aborreció a Esaú?
En realidad esto no se trata de un Dios de emociones humanas que ama a unos y odia a otros. Se trata de que el Mensajero de Hashem esta acusando al sacerdocio, para que se arrepientan y se den cuenta que están llevando a "Ya'akov" a comportarse como su hermano Esav y que desprecie a Hashem por un “plato de lentejas” (cualquier cosa, aunque sea mal habida).
En sus intereses personales, el sacerdocio, está llevando las ovejas que el Señor les entregó, a ser edomitas, por tanto, Él no puede amar lo que están haciendo.
Pero lo más serio de esto es que la Palabra de Dios es inmutable y todo el que sea Edom (Esav) cuando Él regrese, terminará enjuiciado, como un rastrojo quemado por el fuego del remanente de Ya’akov (judíos fieles a Mashia) y la llama de la simiente de Yoseph (gentiles kadosh), por tanto “Ninguno de la casa de Esav quedará, porque Adonai ha hablado” (Abdias1.18).
Escrito esta (Mt.7.21-23)
“No todo el que me dice: '¡Señor, Señor!' entrará en el Reino de los Cielos, sólo el que hace lo que mi Padre que está en los cielos quiere. Ese día muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿No expulsamos demonios en tu nombre? ¿No hicimos muchos milagros en tu nombre? Entonces les diré en la cara: ¡Nunca os conocí! (nunca los amé) ¡Aléjense de mí, los hacedores de la no Torah!"
Shalom
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