La Primogenitura y la Bendición de Dios



La primogenitura es una palabra que se menciona en la Biblia más de 100 veces y está relacionada con derechos, responsabilidades y bendiciones.

La pregunta es ¿Por qué es importante la primogenitura?

Escudriñemos

La primera vez que la palabra primogenitura aparece en la Biblia es en Gen.25.31, cuando Ya’akov le dice a su hermano Esav (Esaú) que le venda la primogenitura.

La palabra hebrea para “primogénito”, es  bejor (בְּכוֹר), que significa “temprano”,  “preferir”, “para dar preferencia a” o “para favorecer”. Entendiendo esto podemos pensar que Ya’akov le estaba pidiendo a Esav, que le vendiera el derecho de ser él “temprano”, es decir, el primer nacido.

Esto nos lleva a pensar que ser el primer nacido (bejor), tenía un valor que Ya’kov reconoció, pero que Esav despreció.  El valor de ser “bejor” o primogénito, no sólo se manifiesta en la responsabilidad de recibir las bendiciones materiales del padre, sino, también de recibir la bendición de Dios.  

Esto lo vemos cuando Ribka (Rebeca), madre de Esav y Ya’akov, se preocupa por el hecho de que Esav recibiera, la “bendición ante Adonai” (Gen.27.7), dicho de otra forma, Rivka se preocupó de que Esav, aunque era el primogénito, recibiera la “bendición de Dios” por medio su padre Yitzjak (Isaac).

De lo anterior es importante destacar dos cosas, primero: que la primogenitura trae consigo, la “bendición delante de Adonai”. Segundo: que Rivka no quería que Esav, la recibiera porque su comportamiento no era el que debía tener un primogénito. Y aunque realmente, en ese momento Yitzjak no había hablado de darle la bendición de Dios a Esav (Gen.27.4), Rivka se imaginó que se trataba de la “bendición delante de Dios” que recibe el primogénito. 

Por lo anterior es importante comprender ¿Qué es la “bendición ante Dios”?, por la que se preocupa Rivka. La bendición de Dios es que lleguemos a ser llamados hijos (herederos) de Dios y esto por su amor entrañable, haciendo que pertenezcamos a su Reino y no a este mundo (1Jn.3.1). Esav, aunque era el primer nacido, era un hombre desobediente, que no merecía la primogenitura, por tanto, no tenía méritos para recibir la “bendición” de Dios.

De acuerdo a la Biblia, Dios es quien escoge al primogénito, es decir, un hijo puede nacer como “bejor”, pero no ser el primogénito, como ejemplo tenemos a Caín, Rubén, Manases y Esaú. Otro ejemplo es cuando existiendo todas las naciones del mundo, Hashem escogido a Israel como su primogénito y esa nación es la bendecida de Dios.

En hebreo, “bendición” es la traducción, de la palabra בְּרָכָה berajah y se entiende como la expresión de un deseo bueno, de paz, prosperidad para otros. Por lo general, la “berajah” (bendición), la otorga un individuo con más mérito o autoridad, a otro.

En Hebreo bíblico, dar la berajah a Dios o bendecir a Dios tiene el sentido, en primer lugar, de declarar o reconocer que Él es la fuente y el origen de todo lo que tenemos. Por tanto, cuando decimos: "Bendito sea Dios”, no estamos deseándole a Dios que tenga paz, salud y prosperidad, como si Él tuviera carencias de estas cosas o tuviera alguna necesidad, sino que le reconocemos como el origen de todo.

La palabra “bendición” (berajah) en el pensamiento humano, es expresar un deseo bondadoso que se dirige a una persona para que reciba, paz, salud y la felicidad de poseer abundancias materiales. Pero bíblicamente, desearle bendiciones a alguien es desear que sea bienaventurado (feliz) de conocer a Yeshúa como la fuente y el origen de todo y que sea adoptado o injertado en su Reino como hijo para entonces recibir lo que emana de Él (Mt.7.9-11). Con todo esto debemos entender que la bendición (berajah) es estar injertado en nuestro origen.

De allí, que cuando en nuestras Biblias Dios le dice a Abram: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré”, en realidad deberíamos entenderlo como: “Injertaré a los que te acepten ser injertados y al que no te acepte (la injerción) lo desarraigaré”. Lo que Hashem enseña con este pasaje es que Abraham se convertiría en un medio para injertar en el origen a cualquier familia de la tierra.

Hay que notar que Abram era un primogénito (Gen.11.26), al que Dios escogió, por gracia,  lo educó hasta convertirlo en Abraham y lo hizo el medio para volver a injertar al origen, lo que había sido desarraigado.

La palabra bendecir, (בְּרָכָה berajah) a menudo está unida a la palabra hebrea; אָרַר (arar) que han traducido en nuestras Biblias como maldición o  “arur”, “maldito”, que en el sentido humano es una expresión a través de la cual se le desea un daño o mal a una persona, pero en el contexto del hebreo bíblico, el verbo “arar” (אָרַר ), está vinculado estrechamente con la idea de "obligatorio", "limitación", "restricción"

Esta palabra hebrea “arar”, tiene el sentido de limitar, desconectar o desarraigar algo que estaba unido a un todo. Dicho de otra forma; esta palabra, significa por ejemplo: desarraigar una rama de un árbol, la cual difícilmente se puede volver a unir.

Por tanto, cuando leemos; “maldita será la tierra” (Gen.3.17), debemos entender; “desarraigada será la adamah (tierra)”. Lo que quiere enseñar el pasaje es que; producto de la desobediencia del hombre, la ‘adamah, porción de tierra donde estaba el Jardín del Edén, fue desarraigada de este mundo, regreso a la eternidad, por lo que, el ser humano vivirá en el planeta tierra con dificultades.

Volviendo al tema de la primogenitura, entendemos que un primogénito es alguien que en cada familia debe ser, como Abraham,  un medio para injertar en Dios a la familia, y eso es lo que despreció Esav y compró Ya’akov quien recibió la “bendición ante Dios”, es decir, se hizo el medio por el cual vendría la Simiente, Yehoshúa HaMashiaj a cumplir la promesa hecha a Abraham como se observa en la bendición dada a Ya’akov en Gen.27.29.

El primogénito era el más privilegiado de la familia, pero también el de más responsabilidades, entre las que estaban ser el sacerdote en la familia. Un sacerdote es una persona llamada a cuidar las cosas sagradas de Dios, representar al pueblo o la familia ante Dios y anunciar la bendición o dicho de otra forma, proclamar que la familia sea injertada en el Origen.

La primogenitura es el primer resultado (fruto) de algo salido de las entrañas (útero o la tierra) para dar vida. Cuando Hashem organizó al Adam (humanos) que eran polvo de la tierra los tomó como un primogénito y les dio su berajah (bendición). El sentido de esa bendición no es desearles bien, es decirles lo contrario de la palabra (arar) “malditos o desarraigados”. Hashem los estaba liberando del mundo para llevarlos (injertarlos) en la “adamah”, Jerusalén Celestial, haciéndolos hijos de Él (Gen.2.8).

Cuando Hashem puso en “escapatoria” de Egipto a los herederos de Ya’akov, los hizo sus primogénitos (Ex.4.22), de entre todas las naciones de la tierra, para que fueran un medio para injertar a cualquiera que acepte esa “bendición” en las naciones del mundo. Él quiso que los herederos de Ya’akov (Israel) fueran “un reino de sacerdotes y una nación distinguida” (Éxodo 19:6). 

Un primogénito debe ser testimonio de que es heredero de Dios y el pueblo de Israel (judíos y gentiles), debían ser un estandarte de Dios para otras naciones, así verían que cuando los israelitas obedecían a Dios, eran injertados, es decir, eran bendecidos (Deu.28.1-14). 

Pero si desobedecían a Dios, serían desarraigados y regresarán a Egipto, donde volverían a ser esclavos (Deu.28.68) y donde ya no hay primogénitos porque fueron quitados en la decima plaga (Ex.12.29). En otras palabras, Egipto (el mundo) no tiene medio para ser injertados, a menos que acepten la sangre del cordero en los dinteles (Ex.12.23)

El no estar injertados, sino desarraigados, significa que Dios se apartó.  El desobediente se hace no pueblo y vendrá sobre él, las consecuencias de estar “desarraigados” (Deu.28.15-67).

Cuando el primogénito de Dios, Israel, pecó con el asunto del becerro, Hashem respondió haciendo a los hijos de Leví sacerdotes, pero como todo Israel, debía ser un pueblo de sacerdotes, Dios estableció una pedagogía para que aprendieran, que todo primogénito debe servir a Dios como medio para injertar a otros. Así que Dios estableció que todo primogénito sería de Él (Ex.13.2), es decir, que pasaría a servirle junto con los levitas. Con esto Dios se aseguraba un remanente.

Si algún padre, por alguna razón, no quería que su primogénito formará parte del servicio en el tabernáculo, debía pagar un precio para redimirlo.  Redimir, en hebreo bíblico, significa ser liberado, en el contexto bíblico de Núm.18.15, era una ceremonia en la que el padre del primogénito tenía la opción de pagar un precio (Num.18.16) para que su hijo pudiera ser liberado del servicio sacerdotal.  La razón del pago es para que entendieran que todos deben ser un pueblo de sacerdotes o pagar un precio.

Esta pedagogía del sacerdocio levita terminó cuando vino Yehoshúa y el templo fue destruido, con esto quedó establecido que cualquiera de las familias de la tierra serían injertadas por un único medio, el primogénito de Dios (1.Colo.1.15).

A partir del pago (sacrificio) de Yeshúa en el madero, cualquier persona puede ser parte de una nación distinguida de las demás y llegar a ser un sacerdote del Reino de Dios, porque el primogénito perfecto es el que está otorgando la berajah, la bendición de ser herederos de Dios

Conclusión

¿Por qué es importante la primogenitura?

Porque en tiempos de Abram fue una profecía, como lo fue con Ya’akov y  con el pueblo puesto en escapatoria de Egipto, pero ahora el cumplimiento de esa profecía, es Yehoshúa HaMashiaj, el primogénito de la Resurrección, por el cual podemos llamarnos hijos de Dios y formar parte de una nación distinguida (santa) y un reino de sacerdotes.

El problema con la berajah (bendición) de Yehoshúa, como primogénito, es que la bendición (berajah) no es instantánea y los seres humanos somos carne y sangre y esto se opone a ser injertado como herederos del Reino, por eso tenemos que buscar la ayuda de Yeshúa (Ruaj HaKodesh), para que la carne se rinda, como lo expresa David en el salmo. 103.1-2

¡Bendice, alma mía, al Señor, y bendigan todas mis entrañas su santo nombre. ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios!

Esto puede entenderse así:

¡Acepta, cuerpo mío, ser injertado en Adonai!, ¡desde el fondo de mis entrañas sea injertado por tu sacrificio distinguido! ¡injértate a Adonai todo mi ser y no olvides ninguno  de sus beneficios! 

Shalom



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