En nuestra cultura usamos nuestros nombres de una forma muy corriente para identificar una persona, cosas o lugares, pero en el hebreo bíblico, un “nombre", no solo designa a alguien, sino también a los atributos de esa persona. Por lo que vamos a preguntarnos:
¿Cuándo decimos Dios, nos referimos a su nombre o a uno de sus atributos?
Escudriñemos
Antes de iniciar les comento que muchos hemos aceptado que Dios tiene muchos nombres, pero si escudriñamos bien, veremos, que Dios se manifiesta con un “nombre” de acuerdo a la circunstancia. En este escrito solo estudiaremos, los nombres con que se presentó para ordenar la creación y manifestarse a los humanos antes del diluvio. En otros escritos hablaremos sobre los demás nombres.
Lo primero que debemos entender es ¿qué es un nombre? Sabemos que un nombre para nosotros es una designación verbal que se le da a una persona, animal o cosa, es lo que identifica algo que se puede percibir de manera precisa, pero en hebreo bíblico la palabra “shem”, que se traduce “nombre” es más que eso, es literalmente una identificación de lo que esa persona es en la vida, su reputación, el carácter e incluso el destino (espiritual) de esa persona.
La primera vez que un “shem” o nombre aparece en la Biblia es en Gen.1.1 y es mostrado como אֱלֹהִ֑ים Elohim, el cual ha sido traducido como Dios, después en Gen.1.26 aparece otro nombre; אָדָ֛ם Adam, que designa verbalmente a la humanidad, no a un hombre en singular, porque dice en Gen.1.27, “varón y hembra los creó”. A esta humanidad se le daría el gobierno sobre los demás seres vivientes (Gen.1.28).
Pero más adelante producto del juicio por la transgresión de la torah (instrucción de Dios), Dios separa por nombre a los humanos, llamando al varón הָֽאָדָ֑ם haAdam, el Adam, nombre que proviene del hebreo “Adamah”, que significa “tierra”, dando a entender que es polvo de la tierra, “el Adam”, también significa “rojo”, porque incluye en su nombre la palabra דָּם dam, sangre.
Más adelante y producto de lo que la mujer había hecho, “el Adam” le dio un nombre a su mujer y la llamó חַוָּה Java, porque ella se hizo madre de todo ser viviente (Gen.3.20). Como se puede notar cada nombre tiene un atributo de lo que esa persona es o será en la vida.
Esto también lo encontramos con קַיִן Cayín, Caín que en arameo significa herrero y en hebreo lanza, esto puede dar a entender que la fama o el destino espiritual de este personaje, era que él fabricaba armas, para dar muerte. Por otro lado el nombre de su hermano הֶבֶל Hebel, Abel, significa vapor, un aliento, es decir, algo que aparece y desaparece rápidamente.
Vemos que en hebreo bíblico los nombres no sólo identifican un personaje sino que nos muestran lo que serán en su vida, es decir, cuál será su fama con la que será recordado.
Teniendo en cuenta esto veremos que Dios se nos revela con varios nombres, pero en realidad nos está mostrando varios atributos de Él: su carácter, su propósito, su voluntad. Por lo que el nombre con que se presenta Dios en algún pasaje bíblico es la muestra de una o varias de sus características que se manifestaran de acuerdo al contexto de lo que está ocurriendo. Para comprender mejor, podemos ver que cuando inicia la Biblia, en Gen.1.1, Dios se nos revela como אֱלֹהִים Elohim y con ese nombre revelado, lleva a cabo la creación y la bendijo (Gen.2.2-4)
Todos hemos entendido que la creación fue buena y buena en gran manera (Gen.1.31), esto nos enseña que Dios la hizo con un gran amor, por eso podemos comprender que Elohim es un nombre que designa el atributo del gran amor de Dios por su creación, pero no el típico amor humano, sino un amor desde sus entrañas.
A partir de Gen.2, después de la creación, podemos ver que Dios se nos reveló con un nombre compuesto de dos nombres, יְהֹוָ֥ה אֱלֹהִ֖ים, Señor Elohim o Hashem Elohim, sigue llamándose Elohim, pero ahora acompañado de otro nombre identificado por 4 letras hebreas יְהֹוָה que son: 'yud', 'hey', 'vav' 'hey'. Estas cuatro letras hebreas, en español se han transliterado YHVH, y muchos las pronuncian como Jehová o algún otro nombre.
Pero estas 4 letras forman lo que se conoce como el Tetragrámaton, o el nombre de cuatro letras de Dios. Como hasta hoy no se conoce la pronunciación original del nombre de las cuatro letras, la tradición hebrea antigua prohibió pronunciarlas como un nombre y en su lugar, se utilizan una variedad de sustitutos a esta pronunciación usando nombres como: "Adonai" ("Mi Señor o Señor") y "Hashem" ("El Nombre"), dependiendo del contexto.
Si hemos comprendido que Dios se presentó como Elohim o como el atributo del Amor entrañable para organizar su creación, ahora se nos manifiesta con 4 letras adicionales, que no aparecen durante el proceso de la creación, y que tienen el sentido de señorío.
Señorío significa el dominio o la potestad de un señor, el cual por su estatus establece instrucciones, las cuales implican que, si no se cumplen se debe entrar en un juicio. Así podemos comprender que Dios primero se nos revela como el Amor entrañable, para organizar su creación, pero después de eso, agrega otro de sus atributos o nombres, el Señorío. Dando a entender que la creación fue organizada por Amor, pero será regida por instrucciones que conllevan que se hara justicia en caso de transgredir ese señorío.
Por eso vemos en Gen.2.15, que el Señor Elohim (Adonay, Hashem), separó a los humanos del resto de la creación, porque ellos debían gobernar, por lo tanto, serían formados para que la creación organizada por el Amor de Dios fuera desarrollada con orden por los humanos. Es entonces que, por los atributos de Dios, su Señorío y su Amor (Adonay Elohim), los humanos reciben instrucciones en las cuales queda claro, que no cumplir esas instrucciones, les traería un juicio (Gen.2.15-17).
Sabemos lo que ocurrió en Génesis capítulo 3, pero vemos que todo se desarrolla en el contexto del nombre o los atributos de Dios compuestos de Señor Elohim, dando a entender, que a pesar de lo que ocurrió, el Amor entrañable seguía manifiesto, pero también su juicio inmutable y en el capítulo 4 de Génesis, vemos que nacen קַיִן Cayín y su hermano הֶבֶל Hebel, pero aún con lo que hace Caín, el Amor y el juicio de Dios seguían manifestándose.
Después de las transgresiones mostradas en los capítulos 3 y 4, de Génesis, vemos que el nombre de Dios pasa de manifestarse como Señor Elohim (el amor y el juicio), a llamarse únicamente יְהֹוָ֥ה, Señor o Hashem, dando a entender que ya no está el amor sino sólo el juicio (Gen.4.3-15).
Y así Caín salió de la presencia del juicio (יְהֹוָ֥ה), del Señor o de Hashem (Gen.14.16), después de esto presenciamos el desarrollo de la descendencia de Caín, pero sin Elohim (El Amor) y sin El Señor o Hashem (el juicio). Es interesante notar que, sin el Amor, ni la Justicia de Dios en sus vidas, la simiente de Caín prosperó sobre la tierra (Gen.4.17-24).
Por otro lado, vemos que los hijos de Adam, los humanos, empezaron a invocar el nombre יְהֹוָֽה. Esto quiere decir que los descendientes de los humanos apelan al juicio, a la Justicia de Hashem (Gen.4.26), cosa que no hizo la descendencia de Caín, sino que ellos se hicieron los בְנֵי־הָֽאֱלֹהִים֙ beney haelohim, herederos de los divinos, es decir, adoradores de los ángeles caídos y con esta fama cometieron violencia contra las hijas de los humanos (Gén.6)
A partir de Gen 3.23 el nombre de Dios como Elohim, desaparece y se muestra como las cuatro letras יְהֹוָֽה, el juicio, hasta que se manifiesta a Abram con otro nombre que escudriñaremos en otro estudio.
Conclusión
Respondiendo la pregunta:
¿Cuándo decimos Dios, nos referimos a su nombre o a uno de sus atributos?
Para responder la pregunta debemos comprender que no podemos limitar a nuestro Dios con una designación verbal sino como lo que representa para nosotros y eso es; Su Amor y Su Señorío.
De acuerdo a la Biblia Dios se manifestó inicialmente con dos nombres; pero cada nombre nos revela cómo es Él y esto lo hace mediante el atributo que representa cada nombre. Primero se manifestó como Elohim, revelando su amor entrañable y después como יְהֹוָ֥ה (Señor, El Nombre), revelando su atributo de Justicia o de ser justo con su propia creación.
Con lo cual podemos concluir que Dios no se puede designar verbalmente como un nombre, sino como lo que representa para nosotros; el amor y la justicia.
Shalom
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