La Tierra de Leche y Miel



Hemos aprendido que Moshé fue el primero puesto en escapatoria de Egipto, él tuvo que vivir 40 años en el desierto (מִדְבָּר midbar, tierra deshabitada), esto parece ser la forma en  que nos enseña Hashem, para educar a alguien que es puesto en escapatoria del mundo pero que el mundo sigue en su mente y en los deseos de su carne.

Cuando Moshe es llamado ante el Mensajero de Dios, la Zarza Ardiente, el Señor le dice: “He descendido para rescatarlos [a mi pueblo] de mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, una tierra que fluye con leche y miel (הלב ודבשׁ; jaláv u’devásh), al lugar de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los heveos y de los jebuseos” (Éxodo 3:8). Muchas veces después de esto, Dios repite que los israelitas se dirigen a una tierra que fluye con leche y miel (vea; Éxodo 3:17; 13:5, 33:3; Levítico 20:24). 


¿Por qué leche y miel? ¿Por qué no nos lleva a una tierra donde fluya el oro y las piedras preciosas, como Havila (ver Génesis 2:11-12) donde abundaba el «oro» (זהב; zaháv), «bdellium» (בדלח; bedólaj) y «piedras de ónice» (אבן השׁהם; éven ha’shohám)? ¿Por qué tenemos que enfrentar a los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos?


La llegada a la tierra de leche y miel.

Cuando Yehoshúa ben Nun (Josué) llega con los millares a Canaán se desata una violencia, él entra con sus tropas y expulsa o elimina los habitantes de esa tierra, (Josué 8:22; 10:30-40; 11:8-11;  Deuteronomio 20:16), esta violencia podría parecer que todo el objetivo de la conquista de Canaán fue para que los hebreos conquistaron la tierra, a partir de la muerte.  Sin embargo, hay otro lado en la narrativa de la conquista que celebra la vida, y es la descripción que da Hashem de la tierra que están conquistando una tierra de la que fluye leche y miel”. 


La Promesa de Hashem es la de una tierra que tiene dos recursos, que parecen humildes ante el valor del oro y las piedras preciosas: la leche y la miel pero que no necesitan la muerte en su producción; las vacas, las ovejas y las cabras dan leche sin que sea necesaria su muerte y el trabajo de las ovejas es producir la miel.


No solamente la leche y la miel no necesitan la muerte, sino que estos productos solo son posibles a través de una vida saludable en abundancia, es decir, los animales que proveen la leche deben ser debidamente cuidados y estar saludables, y tanto las abejas como las flores que polinizan, tienen que estar vivas para que la miel se pueda almacenar. De hecho, la promesa bíblica de la «leche» y la «miel» va de la mano con la expresión de la vida continúa: «en aquel día un hombre mantendrá viva (יחיה; yihyé) una novilla y dos ovejas y debido a la abundancia de leche (חלב; jaláv) que dan, comerá cuajada, porque el que quede en la tierra comerá cuajada y miel (דבשׁ; devásh)» (Isaías 7:21-22). 


El objetivo final de la Misión dada a Moshe, de liderar a los sacados de la cautividad es llegar a la tierra de leche y miel, es decir una tierra que mana vida y vida en abundancia.


Conclusión

La propia misión mesiánica de Yeshúa se alinea con el motivo bíblico de vida, que señala la tierra que fluye con leche y miel. 


Yeshúa proclama: «¡Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia!» (Juan 10:10).


La destrucción de las naciones de Canaán es sombra de lo que sucede hoy con las naciones del mundo, han dañado la forma natural en que los recursos se producen, siendo todas ellas contrarias al deseo divino de vida abundante.


Y en la cuarta generación ellos regresarán acá (a la tierra de leche y miel), porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos. Gn.15.16

¿Por qué leche y miel?, porque es vida sin muerte y vida en abundancia.

¿Por qué no el oro y las piedras preciosas?, porque por más valor que tengan en este mundo no producen vida como la leche y miel sino muerte por ambición, vanagloria y avaricia.



Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Jn.17.14-16.

 

La Tierra de Leche y Miel, para nosotros no es terrenal es la Jerusalén Celestial, a la cual nos encaminamos de regreso a través de este desierto llamado mundo y a la que llegaremos cuando los Amorreos (los amos de este mundo) hayan llegado al colmo de su maldad.

Shalom


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