Cada diciembre los judíos celebran una festividad llamada Hanukkah o Jánuca, también conocida como la Fiesta de las Luces o Luminarias y antiguamente como la Fiesta de las Lámparas. La festividad conmemora la reedificación del Templo Sagrado en Jerusalén, menos de 200 años antes de la vida de Yeshúa, y ocurrió, entre el tiempo de Malaquías y Juan el Bautista. Esa temporada de 400 años en la historia bíblica es lo que tradicionalmente se conoce como el periodo del silencio.
La historia de Jánuca está registrada en el libro apócrifo 1Macabeos, y relata la recuperación del Templo por parte de los macabeos, judíos apasionados por la Torah que a pesar de la opresión griega y su imposición de adoración a ídolos, siguieron los caminos de Hashem.
Después de años de guerras en las cuales eran superados en número, los macabeos obtuvieron una gran victoria militar, expulsaron a los invasores griegos. Su victoria fue tanto física como espiritual, y como primer acto de libertad victoriosa, sus ojos se volvieron hacia el templo profanado.
Después de recuperar el Templo, los macabeos tuvieron que limpiarlo y restaurarlo. Durante las labores de limpieza encontraron un frasco de aceite de oliva puro, sin contaminar, y se utilizó para iluminar y reedificar el Templo. Los macabeos eran consientes de lo que instruía Éx.27.20, pero el aceite encontrado solo podría mantener la luz de la menorah encendida por un día; sin embargo, y Milagrosamente, esta pequeña cantidad de aceite, duró ocho días, lo que originó la festividad de ocho días de duración, la «Fiesta de la dedicación».
Obviamente, es una festividad de gran alegría, porque conmemora que el pueblo salió de las tinieblas a la luz. Pero Jánuka no es una fiesta del Señor y contrasta con las del Señor en el sentido que no hay mandato de Dios para cumplir un Shabaton, como ordenan las Fiestas del Señor.
El hecho de que no sea una fiesta del Señor no le resta importancia a esta festividad, porque la misma no solo representa la dedicación del Templo en aquel momento de la revuelta de los macabeos, sino también la dedicación, es decir, el retorno a la Torá y al Dios de Israel.
Para algunas personas puede que las celebraciones de Jánuka se confundan con las navidades cristianas, porque en muchos sentidos, las celebraciones de Jánuka se parecen a las conmemoraciones del 25 de diciembre, ya que es una festividad que se celebra en entre noviembre y diciembre, por ejemplo, el pasado año fue celebrada entre el 28 de noviembre y el 6 de diciembre y este año 2022 fue entre el 18 y el 26 de diciembre.
En ese mismo periodo de tiempo, Roma celebraba las Saturnales y el Natalis Solis Invicti (la natividad del dios Sol Invicto), fiestas que se celebran con grandes desenfrenos, banquetes, decoraciones y entregas de regalos. Jánuka también se celebra con regalos, decoraciones, dulces postres y juegos que se utilizan para recordar el gran milagro que Dios proveyó en esos 8 días y noches.
Sin embargo, el trasfondo de Jánuka es diferente a las del 25 de diciembre, su símbolo es la “menorah”, un candelabro de ocho brazos que se van encendiendo en cada uno de los días de la festividad. La palabra menorah proviene de la palabra hebrea ner (נר) que significa «llama» o «lámpara». Lo que nos da idea de que el pueblo salió de las tinieblas porque la “ner” dio su luz. Y la luz es Yehoshúa nuestro Mashiaj como enseña Jn.8.12,
Yeshúa les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Si bien es cierto Jánuka, la establecieron los hombres no Hashem, también es cierto que nuestro Mesías nos muestra su participación en esta fiesta, como establece Jn.10.22-24,
En esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomón. Entonces los judíos le rodearon, y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente.
Mashiaj se presentó en esa festividad, no como un libertador que les daría libertad terrenal, sino como la luz que les daría vida eterna. Él era la luz de la dedicación a la torah y el verdadero Templo que se restaurará Jn.2.19, para nunca más ser destruido.
Tal vez muchos nos preguntemos si debemos celebrar esta festividad, la cual es una victoria militar judía, que nos es ordenanza del Señor. La respuesta es No. No es necesario. ¡Pero debemos tener en cuenta que Yeshúa la celebró!, por tanto, debería ser un momento oportuno para que reflexionemos regocijados, sobre como Dios, en un periodo muy oscuro de la vida de Su pueblo, les regalo un milagro y el retorno a Él.
Shalom
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