Algunos creyentes han aceptado que pueden atar y desatar, bendiciones o maldiciones, por lo que vamos a preguntarnos si esta enseñanza tiene sustento bíblico.
La pregunta es:
¿Puede un creyente atar cosas en la tierra, que serán atadas en el cielo y desatar cosas en la tierra que serán desatadas en el cielo?
Escudriñemos
La enseñanza de que podemos atar y desatar la fundamentaron algunos líderes en el pasaje de Mt.16.19, que dice en la versión R.V.:
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Este versículo es el que continúa después que el Señor eligió a Shimon para llamarlo “roca”, es decir, Pedro. Por tanto, el contexto es el mismo que vimos en el estudio ¿Es Pedro la Roca sobre la que se fundó la iglesia?, de manera que vamos de inmediato al tema.
Sabemos que Yehoshúa y los talmidim están en Cesarea de Filipo y vemos que Yeshúa había preguntado a sus talmidim,”Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
El único que dio respuesta a la pregunta fue Simón, al cual el Señor le llamó bienaventurado, porque no se había dejado influenciar por lo que decía la gente, que Yeshúa era un profeta.
Entonces Yeshúa le dice a Shimon, que ahora, que es una “roca”, de la cual saldrá la cantera de creyentes en Mashiaj, también se le entregarán las llaves del Reino de Dios.
Para comprender mejor esta porción debemos entender cuál es significado bíblico de las llaves. Sabemos que las llaves abren y cierran puertas, pero bíblicamente se está hablando de las llaves del Reino de Dios, entonces el dueño de las llaves es Dios y Él soberanamente puede ponerlas en manos de alguien a quien establezca como su mayordomo.
Un mayordomo es el siervo principal de una casa o palacio a quien el dueño del palacio le ha dado la responsabilidad y autoridad para cerrar o abrir las puertas del palacio, a quien él le autorice o desautorice.
Para ilustrar mejor esto veamos lo que dice Isa.22.15
Así dice Adonai Elohim-Tzva’ot: “Ve y busca a ese mayordomo, Shevna, administrador del palacio, y pregúntale:¿Qué es tuyo aquí, y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí un sepulcro, como el que labra en alto un sepulcro, como el que esculpe una morada para sí en la roca?
El capítulo de Isaías 22, habla sobre la profecía del "valle de la visión", que es sobre Judá y el comportamiento de su población, que había abandonado la confianza en Hashem, para confiar en la sabiduría humana, en idolatría, en sus murallas y armas.
Entonces, llegando al verso, Isa.22.15, el Señor compara Judá con un mayordomo judío llamado Shevna, que significa esfuerzo.
Vemos en el pasaje que Dios dice que se busque al mayordomo que administra el palacio del rey, es decir, el que abre y cierra las puertas del palacio, por tanto, debemos entender que ese mayordomo tiene las llaves del palacio.
Siguiendo la profecía, Dios ordena que le pregunten al mayordomo, ¿de qué él es dueño en ese palacio, si solo es el mayordomo?, y ¿a quiénes puede él decidir abrirle o cerrarle las puertas del palacio si no es el rey?
La enseñanza es que un mayordomo puede recibir las llaves, pero no puede creerse dueño, ni tampoco puede cerrar o abrir a cualquiera, sino al que el rey le autorice.
Por eso a continuación vemos que Dios dice a ese mayordomo: “con tu actitud de creerte dueño, te has hecho un sepulcro como hecho en la roca”. Dios, le está diciendo a Judá, “te puse como mayordomo de mi palacio (el Reino de Dios) y te crees el dueño del palacio porque decides quién entra y quién no, pero eso mismo es lo que está abriendo tu tumba en medio de la roca”, es decir, que están en camino a la ira de Dios.
Y después vemos en Isa.22.20-22, que Dios lanza una profecía al "mayordomo”, que se cree dueño:
Y sucederá en aquel día, que llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías, lo vestiré con tu túnica, con tu cinturón lo ceñiré, tu autoridad pondré en su mano, y llegará a ser un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; cuando él abra, nadie cerrará, cuando él cierre, nadie abrirá.
La primera parte de esta profecía está hablando sobre la venida de Mashiaj en tiempos que los fariseos y saduceos de Judá, se creían los mayordomos de Dios, pues eran los que establecían, que nadie podía ser salvo, sino se convertía en judío, mediante la circuncisión y los ritos propios de la ley judía, es decir, la halajah.
Por eso dice; "y sucederá en aquel día", es decir, en aquel tiempo, cuando venga Yeshúa para su sacrificio y resurrección, que Él llamará a otro mayordomo, "Eliaquim", que significa Dios levanta o Dios establece. Lo que quiere decir, que el mayordomo, ya no será, alguien que establezca sus propias leyes, sino alguien que es establecido por Dios como mayordomo para seguir las instrucciones (leyes) de Dios.
Este nuevo mayordomo será vestido, o sea, Dios lo educará y le entregará su autoridad, y llegará a ser padre de los que viven en Jerusalén y para todos los judíos”. Esto quiere decir, que los fariseos y saduceos, pierden hasta el linaje de los patriarcas y el Eliaquim, el establecido, pasa a tomar el linaje de los patriarcas y a entregarlo como un padre a los judíos.
Entonces la profecía cierra diciendo: “pondré la llave de la casa de David sobre su hombro”. Esto quiere decir, que el nuevo mayordomo tendrá la autoridad del Rey, pero no solo para abrir y cerrar puerta a los judíos, que históricamente estaban formados por dos tribus, Judá y Benjamín, sino que el Rey pondrá en él, la autoridad para abrir y cerrar puertas a las 10 tribus restantes.
Eso es tener las llaves de la casa de David, la autoridad para abrir las puertas como lo hizo David, y poder reunir y establecer el Reino de Israel con las 12 tribus.
La profecía está diciendo, que con la venida; muerte y resurrección de Yeshúa, la autoridad de la mayordomía de los líderes fariseos y saduceos de Judá, junto con su ley judía, su templo, sacrificios y ritos, fue quitada, y esa autoridad para decidir quien si y quien no podía, entrar al Reino de Dios, el Israel Celestial, será establecida en otros mayordomos, que serán los llamados por Él, iniciando con Pedro y los demás talmidim.
Lo que quiere decir Yeshúa a Pedro y más tarde a todos los talmidim, es que Él los está nombrando mayordomos de su Reino para establecer la Torah, los Profetas y Su Testimonio, como autoridad, es decir, llave que abra la puerta del Reino de Dios tanto a judíos como a gentiles.
Por tanto, todo lo que prohíban en las comunidades creyentes (judíos y gentiles) de la tierra, en base, a la Torah, los Profetas y la Besorah ya está prohibido en el Cielo, y todo lo permitan en las comunidades creyentes de la tierra, es porque ya está permitido en el Cielo y cuando dice Cielo, es porque las Instrucciones de Dios vinieron de la Casa del Rey y no pueden ser transgredidas ni alteradas con palabras de hombre.
Por eso vemos que en el capítulo 18 de Mateo, Yeshúa está llevando a todos los talmidim a un nuevo nivel de educación (emunah), les indica cómo deben aceptar y tratar a los que Él les trae, aun si son esclavos gentiles, cosa que era inadmisible para los anteriores mayordomos, los fariseos y saduceos.
También les enseña que no deben convertirse en “piedras” de tropiezo con palabras de hombre y que no desprecien a los que Él les lleva, por más insignificantes que les parezcan, porque Él vino a abrirle las puertas del Reino a toda la casa de David que se había perdido y que Él restaurará nuevamente en el "Milenio", como está profetizado en Amos 9.11
Aquel día levantaré la tienda de David, la que había caído, y repararé sus brechas y restauraré sus ruinas; la reconstruiré como en los días de antaño.
Toda esa enseñanza es para que los talmidim se eduquen en que Yeshúa es el Rey y ellos serán los nuevos y primeros mayordomos del Palacio del Rey.
Por eso les da, a todos los talmidim, no solo a Pedro, "las llaves", diciéndoles en Mt.18.18:
Amén os digo: todo lo que aten (prohíban) en la tierra, será atado (prohibido) en el cielo; y todo lo que desaten (permitan) en la tierra, será desatado (permitido) en el cielo.
Conclusión
Respondiendo la pregunta:
¿Puede un creyente atar cosas en la tierra, que serán atadas en el cielo, y desatar cosas en la tierra, que serán desatadas en el cielo?
La respuesta es no, porque esto no se refiere a un poder sobrenatural de los creyentes, sino al cumplimiento de una profecía, en aquellos que han sido establecidos como “roca” o mayordomos y a quienes se les entrega las llaves del reino, siendo estas llaves la Torah, los Profetas y el Testimonio de Yeshúa para que basándose en ellas, enseñen, es decir, abran las puertas del Palacio del Rey a todos los que Yehoshúa les envía para restaurar la tienda de David.
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