¿Qué Son Las Obras de La Ley?

 

Pocos son los creyentes que realmente saben qué son las “obras de la ley”. La primera vez que vemos en la Biblia “ obras de la ley” es en Rom.3.20 que dice:

porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado

Esto nos lleva a la pregunta: ¿Qué son las obras de la ley?

Escudriñemos

Sabemos que los evangelios se escribieron en griego, pero era una lengua griega con mentalidad hebrea, ya que los autores eran hebreos. De este “griego-hebreo”, recibimos nosotros las traducciones bíblicas del griego al latín y luego al español. Debido precisamente a esas traducciones tenemos que la palabra Torah, que significa en la lengua original hebrea, “instrucción”, se tradujo como “ley”, palabra que tiene una connotación diferente a instrucción.  

Instrucción es una palabra que se refiere a la acción de instruir (enseñar, comunicar conocimientos, dar a conocer el estado de algo), es decir, se refiere a un caudal de conocimientos, en cambio, ley se refiere a una norma jurídica dictada por una autoridad, donde se ordena o prohíbe algo de acuerdo al territorio donde se aplica esta ley, en palabras simples “ley” es algo que te castiga o absuelve, mientras que la Torah de Dios es algo que te instruye para vivir una vida según la voluntad de Dios.

Todos los países tienen leyes, la máxima de ellas es la “constitución”, que es la ley fundamental de una nación. En ella se incluyen mandamientos y procedimientos escritos, los cuales los ciudadanos deben hacer para ser reconocidos como nacionales.

Hacer las obras de la constitución de una nación, no les da ningún mérito a los ciudadanos, porque es su deber hacer esas obras para vivir en ese país. Ser un buen o mal ciudadano dependerá de si practica o no las obras.

En el caso de la Torah o Ley que Dios le dio a Moisés, esta viene a ser, la constitución que establece Dios, para el creyente que es llamado a ser ciudadano del “reino de sacerdotes, es decir, de la nación santa” (Ex.19.6).

A diferencia de las leyes de hombre (constituciones de los países), la Torah, la Palabra de Dios, es la única que, además de mandamientos y procedimientos, incluye: profecías y Promesas Divinas.

Las obras de la Ley (Torah) son, entonces, todos los mandamientos y procedimientos que hay que hacer como ciudadano del Reino de Dios, tomando en cuenta las profecías y las promesas divinas. Pero es importante comprender que las obras son una, guía para reconocer que es el pecado y evitarlo. Las obras de la Torah, no da ningún mérito ante Dios, porque como ciudadanos, es nuestro deber practicar continuamente estas obras.

La mejor comprensión de las obras de la torah, nos la da el llamado de Noé. Cuando Noé hallo gracia ante los ojos de Dios (Gen.6.8), Él le dio torah (instrucciones) que contenían obras en forma de mandamientos y procedimientos (Gen.6.13-22). Le dio además promesa de liberación (Gen.7.1) y profecía de lo que ocurriría (Gen 7.4) 

Muchos años después, Dios nos muestra el establecimiento de la Torah como la Ley  fundamental de su nación en la tierra, esto se aprecia a través de un pueblo que es sacado de Egipto (el mundo). 

Antes de que los “escogidos” fueran sacados de Egipto, la única ley que existían era la de Egipto (el mundo), pero cuando Dios saco a los descendientes de Abram junto con una mezcla de personas de otras naciones (Ex.12.38), Él los constituyo como la “nación santa” dándoles una Torah en el Sinaí, pero mucho más elaborada que la que le dio a Noé o a Abraham.

A partir del Sinaí, quienes recibieron la Torah, aceptaron que harían las obras de la nueva constitución (Ex.24.7-8), estas obras no eran para que se salvaran o no de la muerte eterna, eran para que dimensionaran el castigo terrenal que se ganarían con la desobediencia a las obras (Deu.28.15). El objetivo de la Torah es para que al ciudadano de la “nación santa”, le vaya bien en esta tierra (Deu.4.40)

Las obras de la Ley no están escritas para ser de una persona un justificado, es decir, llegue a la presencia de Dios sin culpa. Esto es lo que enseña Rom.3-20:  

Porque por obras de ley ninguna carne será justificada delante de él, porque por ley es el reconocimiento del pecado 

Observe que el pasaje indica que por hacer las obras de la Torah, a ningún ser humano se le dará el mérito de ser justificado, es decir, inocente ante Dios, porque las obras de la ley, son solo para que reconozcan que es transgresión y que no.

Esto se cumple para los que son de la “nación santa”, pero para las naciones del mundo tampoco hay justos (inocentes) por hacer obras de acuerdo a sus leyes. Los humanos que no creyeron o no aceptaron a Dios, serán juzgados de acuerdo a las obras que hicieron, según el conocimiento de lo que es correcto e incorrecto, mientras vivían. Por no hallar gracia ante los ojos de Dios, las obras de estas personas, solo servirán como testigos a favor o en contra de ellos, para su condenación y el grado de sufrimiento al que serán sometidos.

Lo anterior se puede resumir en que; ningún ser humano, sea de la nación santa o de las naciones del mundo, es justo, porque aunque haga obras, siempre pecará (Ecl.7.20). Esto se evidenció desde la caída del Adam (humanidad), quedando todo ser humano como pecador, por lo que ningún humano podría regresar a La Jerusalén Celestial (Gen.3.24), a menos que el “Árbol de la Vida”, Dios, saliera del “Jardín” y viniera a pagar un precio por los humanos de su “nación santa” y llevarlos de regreso.

Eso es lo que Él mismo profetizó que haría, aplastando la cabeza de HaSatan, aunque para ello pagaría un precio en el madero, siendo herido en el carcañal (Gen.3.15). Por eso hoy día la “nación santa” tiene la Torah con las obras y el sacrificio de Mashiaj como la fidelidad del cumplimiento de sus promesas. Esto lo que enseña Rom.3.21-22:

Pero ahora, aparte de Torá, se ha manifestado la justicia Dios, testificada por la Torá y los Profetas, que también dan testimonio de ello, y es una justicia que viene de Dios, a través de la fidelidad de Yeshúa el Mesías, para todos los que continúan confiando.

Estos pasajes nos enseñan que Yeshúa en su fidelidad, es decir, lo que prometió, de venir a recoger lo que se había perdido, cumplió, dicho de otra forma, pago el precio con su carcañal, su sacrificio en el madero para que ahora además de las obras, los que hallan gracia ante sus ojos ven cumplida, la profecía y la promesa del regreso a la Jerusalén Celestial.

La palabra fidelidad en hebreo es emunah, que han traducido como fe, pero en el sentido hebreo, no es la “fe humana”, sino que es tener confianza en lo que Dios dice y esto se logra mediante el crecimiento en la educación que dan las obras de la “Ley”.

Por tanto, todo aquel, como Noé, Abram o los que aceptaron la Torah en el Sinaí, incluyendo a los creyentes de hoy, pueden hallar gracia, apartarse del mal y vivir haciendo las obras de la Ley para crecer en la emunah, fidelidad en lo que Dios ha prometido y lograr ser llevados como justos (sin culpa) al Tribunal de Mashiaj (2 Cor.5.10).

Conclusión

¿Qué son las obras de la ley?

Las obras de la ley son los mandamientos y procedimientos que debe hacer todo aquel que haya gracia ante los ojos de Dios, y se mantenga fiel a las profecías y promesa establecidas en la “Ley”.

Las obras, no salvan al creyente, estas son para dimensionar lo bueno o malo que le sucederá a un “ciudadano de la nación santa”, mientras espera la segunda venida de Mashiaj.

Lo único que salva es mantenerse en la Fidelidad de Yehoshúa, es decir, en sus promesas de que nuestras bendiciones no son en la tierra sino en el Cielo (Ef.1.3).

La Fidelidad de Mashiaj, nos escoge, nos enseña a apartarnos del mal, nos educa a vivir según las buenas obras y nos calcula la justificación como hizo con Abram (Gen.15.6)

Y exhibió (fidelidad, educación Abram) en Adonai y se lo contó por justicia (lo puso en libertad del pecado).

Note que Abram tuvo emunah (educación), fidelidad en las promesas que le hizo Dios y con base en esas promesas, cambio su forma de ver y vivir la vida, pasando de ser exaltado por los hombres (Abram) a ser exaltado por Dios (Abraham).

Shalom


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