El versículo de Apocalipsis 13:16, según la versión RV1960, ha generado numerosas interrogantes y especulaciones: "Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente". Para muchos creyentes, esta imagen evoca temor y confusión. Las preguntas clave que surgen son: ¿Quién es la primera bestia? ¿Quién es la segunda bestia? ¿Quién impone esta marca? ¿Qué simboliza el enigmático número 666?
Para comprender estas profecías, es esencial ir más allá de una lectura superficial y sumergirse en el contexto bíblico y el simbolismo apocalíptico. Una "marca" es un signo o señal visible, una identificación de pertenencia. Para descifrar esta visión, debemos tener en cuenta dos puntos cruciales: primero, la visión de Juan en el libro de Apocalipsis se sitúa aproximadamente 600 años después de la de Daniel y es una continuación de las revelaciones dadas a este último (ver estudios sobre las Bestias de Daniel). Segundo, la visión de Juan es parte de un mensaje global que él debe entregar a la "plenitud de las congregaciones" (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Laodicea), como se indica en Apocalipsis 1:1.
La visión de Juan se distingue de la de Daniel porque Juan ya conoce lo que Daniel escribió. Por lo tanto, cuando el mensajero celestial le dice "escribe las cosas que has visto", se refiere al período abarcado por la profecía de Daniel que culmina con la muerte y resurrección de Mashiaj. Cuando dice "las que son", se refiere a la realidad que Juan experimenta dentro del Imperio Romano. Y al mencionar "las cosas que van a suceder", alude a los eventos que afectarán a la "plenitud" de las congregaciones después de su muerte como último apóstol (Apocalipsis 1:19-20).
Las "cosas que van a suceder" son eventos que afectarán a la totalidad de las congregaciones después de que el Imperio Romano se desintegre en una multiplicidad de naciones con sus respectivos gobernantes. Estos simbolizan los diez cuernos que servirán a su rey, HaSatán, para dañar al pueblo escogido por Dios. Juan, en su visión, percibe un nuevo orden mundial que HaSatán establecerá en el "Fin de los Tiempos", justo antes del regreso de Mashiaj, uniendo a todos los gobernantes terrenales, independientemente de sus religiones, leyes y culturas. Él observa cómo las naciones son "devoradas", lo que simboliza su aceptación de este gobierno.
Juan también ve que los únicos que se oponen a ser "devorados" son aquellos que pertenecen a la nación santa, un remanente judío fiel a Yeshúa HaMashiaj y la plenitud de los gentiles santos. Ellos son los únicos que, en ese tiempo, perseveran en la Ley de Dios y el Testimonio de Mashiaj. Por esta razón, la "bestia" —el sistema de gobierno de HaSatán— buscará "pisotearlos", un simbolismo de persecución y aflicción.
Para comprender mejor el pasaje de Apocalipsis 13:16, debemos analizar el contexto previo que conduce a este versículo.
I. La Primera Bestia que Sale del Mar: El Gobierno Mundial de HaSatán
Lo primero que se nos presenta es la bestia que sale del mar, un simbolismo de un sistema de gobierno que emerge de las multitudes de naciones y que posee características de los sistemas de gobierno que Daniel vio en su visión, unos 600 años antes que Juan.
Lo que Juan ve es una continuación de la cuarta bestia que Daniel contempló. Esto significa que el sistema de gobierno imperial de Roma no desaparece con la caída del imperio, sino que se transforma en múltiples naciones que nacen con el sistema de leyes, la cultura y la religión romanas.
Simbólicamente, Juan está viendo un gobierno mundial con siete cabezas y diez cuernos. El simbolismo de las "cabezas" representa autoridad, y el número siete, "plenitud". Así, las siete cabezas significan la plenitud de autoridad de este gobierno mundial, mientras que los diez cuernos simbolizan la totalidad de los gobernantes del mundo, quienes llevan diademas, indicando que han sido coronados, es decir, han recibido poder de alguien.
Además, sus cabezas tienen nombres blasfemos. "Nombres" significa "fama, autoridad", lo que sugiere que la plenitud de la autoridad de este gobierno mundial será públicamente reconocida por su abierta blasfemia contra Dios (Apocalipsis 13:1).
Este gobierno mundial que Juan ve actúa con la velocidad de un leopardo, se conduce con la fuerza de un oso, y lo que sale de su boca es como el rugido de un león, escuchado en todos sus dominios. Todo esto simboliza la rapidez para implementar leyes, la fuerza para imponerlas y el uso de los medios masivos para divulgarlas. Juan también ve que el poder de este gobierno no reside en sus gobernantes terrenales, sino que lo reciben directamente del Dragón, es decir, de HaSatán (Apocalipsis 13:2).
Juan observa que una de las cabezas, una autoridad de este sistema de gobierno mundial, fue herida de muerte pero sana. Esto simboliza el Imperio Romano que desaparece, pero cuya mentalidad imperial reaparece como parte de la plenitud de autoridad del gobierno mundial. Las multitudes de las naciones admiran este sistema por su velocidad, fuerza y la forma en que propaga su dominio a través de los medios de información, con el pretexto de preservar la vida y la seguridad del planeta. Así, las naciones seguirán todas las leyes que se les impongan (Apocalipsis 13:3).
Juan percibe que los únicos que se oponen a las leyes del gobierno terrenal de HaSatán son los que componen la nación santa. El pueblo de Dios no se maravilla ni sigue las leyes del sistema de gobierno mundial, por lo que el sistema buscará someterlo con acciones específicas. Dios permitirá un tiempo de 42 meses, que puede ser literal o simbólico, y que será el último período que tendrá la bestia, el gobierno terrenal de HaSatán, para intentar que la nación santa se identifique con él, antes de la segunda venida de Mashiaj. En ese tiempo, con un nuevo orden mundial, HaSatán incrementará leyes contrarias a Elohim, insultará lo que ha hecho en la tierra y en el cielo, desarrollando una gran tribulación contra los santos, mientras las demás naciones del mundo continúan maravilladas con el nuevo orden mundial (Apocalipsis 13:5-7).
La gran tribulación simboliza un tiempo en que Dios "esconde su rostro" de aquellos dentro de la nación santa que no cumplen sus mandamientos, y sobre ellos vendrán muchos males y angustias, como está escrito (Deuteronomio 31:16-17, Proverbios 1:26-28). Sin embargo, también está escrito que durante ese período, Dios guardará a quienes perseveren en sus mandamientos (Proverbios 11:8, Apocalipsis 3:10).
Debido a esa gran tribulación, todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no estén inscritos en el libro de la vida se rendirán ante el sistema. Para comprender esto, debemos saber que la expresión "habitantes de la tierra" se refiere al pueblo escogido (Éxodo 5:5, Levítico 20:2, Hageo 2:4, Zacarías 7:5, Daniel 9:6).
De manera que cuando dice: "Y la adoraron todos los 'habitantes de la tierra' cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo", se refiere a quienes, estando dentro de la nación santa, no amaban a Dios a través del cumplimiento de sus mandamientos (Juan 14:21). Esos que no amaban a Dios, realmente nunca estuvieron inscritos en el libro de la vida, y abandonarán públicamente la nación santa, para ser vistos como apóstatas, cuando sean presionados por la gran tribulación (Apocalipsis 13:8).
Hasta este punto, a Juan se le revela lo que ocurrirá globalmente cuando se instaure el gobierno terrenal de HaSatán, con todos los gobernantes mundiales vigilando e imponiendo leyes que hagan que las naciones del mundo se postren ante él.
Pero a partir del versículo 9 de Apocalipsis 13, a Juan se le revela lo que le ocurrirá a la nación santa por no postrarse ante el gobierno mundial de HaSatán. Por ello, Juan dice: "Si alguien tiene oído, que oiga".
II. La Segunda Bestia que Sube de la Tierra: El Engaño Religioso
"Si alguien tiene oído, que oiga" es una exhortación a todas las congregaciones que surgirían después de que la autoridad de los apóstoles desapareciera y se levante una plenitud de congregaciones que serían identificadas por siete comportamientos, hasta el regreso de Yeshúa (Apocalipsis 1:11).
A continuación, explica que después de los apóstoles, HaSatán lanzará una estrategia contra la nación santa, por lo cual deben escuchar con atención, pues deben estar preparados para perseverar y ser fieles. Llegará el momento de una gran aflicción, en la cual algunos podrían ser encarcelados y otros ejecutados, pero a pesar de ello, deben perseverar en ser santos y fieles (Apocalipsis 13:10).
Juan pasa a explicar a los que tienen oído dentro de la plenitud de congregaciones cómo se desarrollará la estrategia de HaSatán contra la "nación santa" después de la era apostólica, y les dice: "Y vi otra bestia que subía de la tierra. Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y hablaba como un dragón" (Apocalipsis 13:11). Lo primero que debemos notar es que esta "otra bestia" es un sistema de gobierno diferente, que no surge del mar, sino de la tierra.
Para entender este simbolismo, debemos saber que en la Biblia, el término hebreo "eretz" (tierra) puede referirse al universo, al planeta Tierra, a la tierra de Israel o, pertinentemente, al "pueblo de la tierra", es decir, a la nación santa, como está escrito en la Torá y los profetas (Éxodo 5:5, Levítico 20:2, Hageo 2:4, Zacarías 7:5, Daniel 9:6). También, el pueblo escogido es identificado como la arena que está separada del mar, o como granos de arena incontables y apartados del mar (Génesis 22:17, 1 Reyes 4:20).
Esta bestia con dos cuernos que surge de la tierra es un simbolismo de que, a partir de las congregaciones que forman la nación santa, surgirá un sistema de gobierno con dos liderazgos que gobernarán como si ellos fueran el Cordero, Yeshúa. Estos dos "cuernos" o liderazgos son las religiones del judaísmo y el cristianismo.
Juan quiere que se den cuenta de que, después de los apóstoles, las congregaciones, tanto judías como cristianas (católicas o protestantes), serán regidas por un sistema de gobierno cuya autoridad no será Yeshúa, sino unos líderes que ocupan el lugar de Mashiaj y que, en vez de hablar la verdad como el Cordero, hablarán la mentira como HaSatán.
Juan les dice que este sistema de "falso cordero" con sus dos liderazgos "ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia, y hace que la tierra y los que habitan en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada" (Apocalipsis 13:12).
Lo que esto significa es que las congregaciones deben estar advertidas para darse cuenta de que este gobierno de "falso cordero" con sus "dos cuernos" está al servicio del gobierno terrenal de HaSatán y que su misión es hacer que el pueblo escogido, "los habitantes de la tierra", adoren, o se identifiquen, como parte de las naciones de HaSatán, y no como una nación apartada para Dios.
Juan continúa diciendo a los que tienen oído (en las congregaciones) que el "falso cordero" con sus "dos cuernos" "Realiza grandes señales, hasta hacer bajar fuego del cielo a la tierra delante de los hombres" (Apocalipsis 13:13). Esto indica que los dos cuernos, el judaísmo y el cristianismo (católicos y protestantes), con el apoyo del gobierno terrenal de HaSatán, realizarán falsos milagros que servirán para engañar a sus seguidores dentro de los siete tipos de congregaciones, de manera que se maravillen y sigan las leyes del gobierno terrenal de HaSatán y se alejen de la Ley de Dios.
Juan sigue dirigiéndose a los que tengan oídos y dice: "y engaña a los que habitan en la tierra por medio de las señales que le fue concedido hacer en presencia de la bestia, ordenando a los que habitan en la tierra hacer una imagen a la bestia que tiene la herida de la espada, y revivió" (Apocalipsis 13:14).
En este pasaje, se refiere a que los "dos cuernos del falso cordero" están engañando a la nación santa mediante falsos milagros que son reconocidos públicamente por los medios masivos de comunicación del gobierno terrenal de HaSatán. De este modo, los habitantes de la nación santa se ven presionados públicamente a hacerse ellos mismos "imagen" de las demás naciones del mundo.
En otras palabras, Juan no está hablando de la construcción de una estatua de una bestia para ser adorada, sino de que la plenitud de las congregaciones de Yeshúa se conviertan en imagen de las naciones del mundo, de manera que dejen de ser una nación santa para Dios y sean contados como una nación más de HaSatán.
Continúa diciéndoles a los que tengan oídos lo siguiente: "Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase" (Apocalipsis 13:15).
Aquí se habla en forma simbólica, indicando que HaSatán, a través de sus gobernantes terrenales, facilitará leyes y recursos a los "dos cuernos del falso cordero" para que alienten o exhorten a las congregaciones a ser una imagen, es decir, a ser semejantes a las demás naciones del mundo.
Cuando las congregaciones acepten el aliento (sea animadas) de ser imagen de las naciones del mundo, hablarán igual que ellas y traicionarán a los Santos que no acepten "maravillarse" con los falsos milagros de quienes han ocupado el lugar de Yeshúa en las congregaciones. Estos son a quienes Juan llama "antiMashiaj" o "anticristo": alguien que usurpa el lugar de Mashiaj (1 Juan 2:18).
Cuando dice que "hace matar a todo el que no adore a la imagen", se refiere a que el engaño será tan grande que, con la apostasía, muchos traicionarán a quienes perseveran y son fieles. Estos serán odiados por los demás, y será un odio a muerte, por causa del "nombre de Yeshúa", para que se cumpla lo que está escrito en Mateo 10:21-23.
El objetivo del sistema del "falso cordero" es que, mediante el engaño, la nación santa se convierta en una imagen de las demás naciones del mundo, que a su vez son imagen o semejanza de HaSatán, quien es un mentiroso y homicida (Juan 8:44). Para lograr esto, buscará que los del pueblo de Dios reciban una marca en sus manos derechas y en sus frentes.
III. La Marca: Obras y Pensamientos Contrarios a la Ley de Dios
Por eso, Juan dice a los que tienen oído, que el sistema que gobierna a las congregaciones, sean judías o cristianas (católicas y protestantes), "hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les dé una marca en la mano derecha o en la frente" (Apocalipsis 13:16).
Esto es otro simbolismo que no debe entenderse de forma literal, sino como está escrito en Deuteronomio 6:8, cuando Moisés le dice al pueblo que deben "atar la Ley de Dios en sus manos y en sus frentes". Las manos son una simbología de las obras, y la frente es una simbología de los pensamientos. Por lo tanto, Moisés está diciendo que ser pueblo de Dios es exhibir obras y pensamientos que estén de acuerdo a la Palabra de Dios. Esto es tener el sello de Dios.
Cuando dice que la marca será en la mano derecha, se refiere a que los que no tengan el sello de Dios harán obras contrarias a la Ley de Dios, lo que los identificará con el lugar que les corresponderá como "cabritos" cuando regrese Mashiaj, como está escrito en Mateo 25:31-33.
Cuando dice que la bestia de los dos cuernos "hace que a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, les dé una marca en la mano derecha o en la frente", se está refiriendo a que tanto el judaísmo (despreciando a Mashiaj) como el cristianismo (despreciando la Torá y los profetas) presionarán para que la plenitud de las congregaciones exhiba obras y pensamientos a semejanza o imagen de las demás naciones del mundo.
A continuación, Juan les dice a los que tienen oído lo que ocurrirá con los que no aceptan el engaño: "y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre" (Apocalipsis 13:17).
La marca, el nombre y el número son distintas formas de identificar a alguien. En este caso, "marca" se refiere a alguien que puede ser identificado por actuar y pensar contrario a la Ley de Dios. "Número" se refiere a alguien que se puede identificar por ser parte de un número total de naciones que se postran ante HaSatán. Y "nombre" en hebreo es "Shem", que significa fama o autoridad, quiere decir, que esta hablando de alguien cuya autoridad es HaSatán, quien le permite subsistir terrenalmente.
Con esto en mente, vemos que Juan dice: "que ninguna congregación, sin importar su tamaño, poder económico o educación, podrá comprar o vender, o sea, participar de la economía del mundo, a menos que se identifique por su forma de actuar y pensar (marca) igual a todos (número), con lo cual exhibe públicamente que su autoridad es HaSatán y no a Elohim, por lo cual pueden comprar y vender". Dicho de otra forma, los congregados en las siete (plenitud) congregaciones tienen que ser iguales a cualquier persona del mundo para poder participar de la economía mundial.
IV. El Número 666: Identificación del Apóstata
Juan llega al final de la exhortación para los que tienen oído dentro del pueblo escogido y dice: "Aquí se requiere sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis" (Apocalipsis 13:18).
Juan quiere que la nación santa, la plenitud de las congregaciones, "cuenten el número de la bestia", es decir, que identifiquen a los líderes del sistema de gobierno ("bestia") que los dirige en sus respectivas congregaciones. Por eso les aclara que esa identificación (número) es de hombre, no de Yeshúa.
En otras palabras, deben tener sabiduría para entender si lo que están recibiendo de parte de sus líderes en sus congregaciones, judías o cristianas, son palabras de hombres o es la verdadera Palabra de Dios (1 Timoteo 4:1, 2 Pedro 2:1-3). Y cierra diciendo: "Y su número es seiscientos sesenta y seis". Está diciendo que lo que identifica a los que gobiernan las congregaciones mediante el engaño son hombres que se identifican con el número seiscientos sesenta y seis. No con tres "6" individuales, sino el número completo "666".
Este número aparece solo dos veces en la Biblia. La primera vez es en 1 Reyes 10:14, donde dice: "El peso del oro que llegaba a Salomón en un año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro". Para comprender mejor esta referencia, debemos leer en 1 Reyes 9:1, que cuando Salomón terminó de edificar el templo donde se congregarían, Hashem se le apareció por segunda vez para recordarle que debía andar en integridad de pensamientos y en rectitud de obras según su Torá. Esto era un recordatorio sobre el comportamiento de un líder del pueblo escogido después de levantar un templo: 1) No hacer volver al pueblo a Egipto (por caballos), 2) No tomar muchas mujeres, 3) No acumular plata ni oro para sí mismo (Deuteronomio 17:15-17).
Pero vemos que, desde el momento en que Salomón acumula por año 666 talentos de oro, se apartó de la integridad de pensamientos y de la rectitud de obras según la Torá. Es decir, hizo volver al pueblo a Egipto por los caballos, tomó muchas mujeres y acumuló mucha riqueza para sí mismo. Con estas acciones, se convirtió en apóstata de la Palabra de Dios (1 Reyes 10:14-28, 1 Reyes 11:1-4).
Otra forma de escudriñar el simbolismo del número seiscientos sesenta y seis es usando la gematría hebrea, un método interpretativo que asigna valor numérico a letras hebreas, palabras o frases. Con ello, podemos encontrar que el seiscientos sesenta y seis se puede asociar a muchas letras o frases, lo que significa que no identifica a una sola cosa o persona, sino a muchas.
La forma más común de hacer gematría del seiscientos sesenta y seis es llevándolo a letras hebreas, con lo cual tenemos תרס”ו (tav-resh-samekh-vav), que sumado da 400+200+60+6 = 666. Se leería fonéticamente Tarsu, pero eso no tiene un significado intrínseco, solo es la representación del número en letras.
Algo interesante es que si esas letras, תרס”ו, las reordenamos a ת ו ס ר (tav-vav-samekh-resh), seguimos obteniendo 400+200+60+6 = 666. Pero con ese reordenamiento obtenemos la palabra hebrea "tusar", que es el "futuro" de un verbo que significa "tú serás hecho apóstata".
Otra observación interesante es que la palabra griega para "bestia" es θηρίον ("Thërion"), y su transliteración al hebreo es תריון ("Terion"), que por gematría también da seiscientos sesenta y seis. Esto podría identificar tanto al sistema de gobierno terrenal de HaSatán como a los que gobiernan las congregaciones. Es decir, ambas "bestias" se identifican con un mismo número, lo que sugiere que son sistemas de gobierno que operan de manera similar: engañando para que el pueblo se convierta en apóstata.
Vemos que Juan está haciendo una exhortación a los que tienen oído dentro de la plenitud de las congregaciones, para que con sabiduría y entendimiento puedan "contar" o identificar a los hombres que usurpan la autoridad de Mashiaj, tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Estos son los antiMashiaj (anticristo) que, con sus engaños, infundirán aliento a sus seguidores para que se conviertan en apóstatas, al igual que Salomón.
Conclusión: Descifrando las Preguntas Clave
Tras este escrutinio, podemos responder a las preguntas iniciales con mayor claridad:
- ¿Quién es la primera bestia? La primera bestia no es una entidad literal, sino un sistema de gobierno mundial que HaSatán establecerá en el "Fin de los Tiempos", un período que ya estamos viviendo. Este gobierno se consolidará cuando la totalidad de los gobernantes terrenales se unan en un "nuevo orden mundial" que promete supuestamente salud y seguridad al planeta.
- ¿Quién es la segunda bestia? Es un sistema de gobierno que ha regido las congregaciones después de la muerte de los apóstoles. Su misión principal es lograr que las congregaciones, sin importar su tamaño, economía o nivel de educación, se hagan apóstatas de la Palabra de Dios.
- ¿Quién impone la marca? ¿Qué es la marca? La marca no es física, sino el resultado de hacer que las congregaciones se hagan imagen de las naciones del mundo, apostatando de la Palabra de Dios a través de sus obras y su forma de pensar. Esta apostasía será "infundida" —es decir, marcada— por aquellos que usurpan el lugar de Mashiaj, los antiMashiaj, dentro de las congregaciones.
- ¿Qué es el 666? En griego y hebreo, el "seiscientos sesenta y seis" no son tres números "6" individuales que se imprimen en la mano o la frente. Es un número que identifica a la bestia, es decir, al sistema de gobierno, pero también a los hombres dentro de ese sistema de gobierno. Es una referencia a líderes como Salomón que, después de edificar un templo, caen en la seducción de HaSatán, llevando al pueblo a la apostasía y buscando riquezas terrenales en lugar de la fidelidad divina. En esencia, "seiscientos sesenta y seis" identifica a un apóstata.
En resumen, a Juan se le entrega una revelación que debe transmitir a la plenitud de las congregaciones como parte del mensaje de Apocalipsis. Su objetivo es que aquellos que tienen "oído" sean sabios y entendidos en la lucha espiritual que se libra en cada congregación desde tiempos inmemoriales. En esta contienda, Dios, a través de su Palabra, está sellando a su nación santa para que sean semejantes a Él, mientras que HaSatán, por medio de sus gobernantes y sus leyes terrenales, busca quitar ese sello de Dios para que la nación santa se haga a su propia imagen.
Shalom

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